3 de febrero de 2014

Vincent de Gaulejac: "La vergüenza es constituyente de la humanidad y nos liga a la especie humana"

El sociólogo francés Vincent de Gaulejac (1946) es director del Laboratorio de Cambio Social de la Unidad de Formación e Investigación de Ciencias Sociales de la Universidad de París-Diderot (Paris VII), y miembro fundador del Instituto Internacional de Sociología Clínica, uno de los principales iniciadores de este campo de estudios que se centra en la dimensión existencial de las relaciones sociales. Su investigación lo ha llevado a publicar, entre otros, "L'aventure psychosociologique" (La aventura psicosociológica), "Sociologie clinique" (Sociología clínica), "Les sources de la honte" (Las fuentes de la vergüenza), "L'ingénierie sociale" (La ingeniería social), "La société malade de la gestion" (La sociedad enferma de la gestión), "L'histoire en héritage, roman familial et trajectoire sociale" (Historia y herencia, novela familiar y trayectoria social) y "La névrose de clase" (La neurosis de clase). Próxima a la sociología social de Enrique Pichon-Rivière (1907-1977), la sociología clínica admite influencias del sociopsicoanálisis de Gérard Mendel (1930-2004), la psicología humanista de Carl Rogers (1902-1987) y el esquizoanálisis de Gilles Deleuze (1925-1995) y Félix Guattari (1930-1992). De Gaulejac habla en el siguiente compilado de entrevistas sobre su libro "Las fuentes de la vergüenza", con el que inauguró su colección de sociología clínica. Las mismas fueron publicadas por los diarios "La República" de Uruguay y "Perfil" de Argentina los días 11 y 25 de noviembre de 2008 respectivamente. "¿Cuáles son las causas de la vergüenza? -se pregunta De Gaulejac-. La oposición entre causalidad psíquica y causalidad social no permite dar cuenta de la complejidad de los factores que intervienen. Sin embargo, hay una causa que es determinante: las violencias humillantes que producen una ruptura identitaria, al confrontar al sujeto con dos exigencias existenciales contradictorias. El término identidad contiene una contradicción en sí mismo, puesto que significa a la vez lo que es semejante, idéntico, y lo que es diferente, lo que se singulariza. Esta dinámica contradictoria está en el centro mismo de los procesos identitatios. El individuo se define siempre y de modo indisociable en relación con los demás y en relación consigo mismo. Tiene necesidad de pertenecer a una totalidad, una familia, un grupo, una clase, un pueblo… y ser reconocido como miembro particular de su comunidad de pertenencia. La vergüenza aparece cuando estos procesos identitarios se ven perturbados y hunden al sujeto en una confusión entre lo que es para la mirada del otro y lo que es para sí mismo".


Con tantas influencias que reconoce la sociología clínica, ¿cuál es el concepto de deseo al que adhiere usted?

Los sociólogos suelen tener dificultades con la cuestión del deseo, porque éste no explica lo sociológico. Esa es una de las razones por las cuales he trabajado con la concepción freudiana del deseo, ya que remite a las normas y prohibiciones sociales, a la interiorización de las aspiraciones colectivas. A la vez, las fórmulas de Lacan acerca del deseo se me presentan más opacas y su concepto del inconsciente estructurado como lenguaje desplaza el deseo por fuera de lo vivido. Hay una especie de abstracción lacaneana con relación al proyecto de la sociología clínica, cuyo enfoque principal se orienta hacia lo vivido por los sujetos. Las formulaciones lacaneanas no aportan nada esencial a la sociología clínica.

¿El esquizoanálisis de Deleuze y Guattari es más importante para sociología clínica?

Me interesó en algún momento el esquizoanálisis por su intento de articular el inconsciente con las problemáticas sociales, la energía libidinal y la social, pero existe un riesgo en él de invertir el registro del ello y del superyó. La obligación a gozar plantea la hipótesis de que el ello es revolucionario, y de este modo niega la dimensión conflictiva en las fuentes de lo intrapsíquico entre eros y tánatos. Los flujos de deseo de Deleuze y Guattari son tanto liberadores como destructores.

¿Cuál es el objeto de estudio de la sociología clínica?

No hay un objeto particular de la sociología clínica, porque es una cierta manera de hacer sociología. Se apoya en los métodos clínicos para interrogar los fenómenos sociales, los cuales se convierten en fenómenos sociopsíquicos. En mi caso, tomo muy en cuenta el proyecto del Colegio de Sociología de Georges Bataille, Roger Callois y Michel Leiris, que proponía estudiar las relaciones íntimas entre el ser del hombre y el ser de la sociedad. Hoy en día los sistemas sociopsíquicos de gestión y poder funcionan movilizando la energía libidinal para transformarla en fuerza de trabajo. No podemos pensar el individuo sin pensar la sociedad, porque se producen mutuamente. Por ejemplo, la vergüenza nace bajo la mirada del otro y es completamente sociopsíquica, aunque su raíz yace en el inconsciente.

En tanto es una relación social, ¿la vergüenza implica un síntoma sociopsíquico?

La vergüenza no es un síntoma patológico, salvo en ciertos casos extremos donde los sujetos se odian a sí mismos. La vergüenza es constituyente de la humanidad y nos liga a la especie humana. Nos permite, cuando podemos sobrepasarla, vincularnos al otro como un semejante, como alguien que también puede sentir vergüenza. Quien no conoce la vergüenza representa un peligro para la sociedad.

Pero la vergüenza no es un valor social.

Sin duda. El orgullo es un valor social, como la dignidad o el honor. Pero sentir vergüenza cuando maltratan a un ser humano, cuando lo instrumentalizan, expresa un signo de humanidad, la interiorización de los ideales de humanidad. La vergüenza pertenece, para decirlo rápidamente con conceptos freudianos, al ideal del yo y no al yo ideal que se confunde con el superyó. La vergüenza está más del lado de la depresión, cuando no estamos a la altura de las expectativas que hemos interiorizado respecto de lo que tenemos que ser.

¿Pero entonces, qué sucede en una sociedad o una época sin grandes ideales o cuando éstos se han gastado?

Sucede, como hoy, que existe una multiplicidad de pequeños ideales. Cada individuo se hace su propio sistema de valores, de modelos y antimodelos, mediante los cuales construye el sentido de su existencia. La crisis actual de los grandes ideales religiosos, políticos, científicos y morales ha hecho surgir nuevos procesos de idealización y desidealización. Cuando los grupos y clases sociales ya no son determinantes, cada uno se las arregla para fabricar sus ideales personales.

¿Por qué se decidió a escribir sobre la vergüenza?

Hay razones personales, teóricas y clínicas. Las personales si el lector las quiere conocer, no tiene más que leer la introducción del libro. Las razones teóricas pasan por el asombro de que, por un lado, el psicoanálisis se preocupa más de la culpa que de la vergüenza y, por otro, que la sociología considera que la vergüenza es un problema psicológico. Entonces, la vergüenza es ciento por ciento psíquica y ciento por ciento social; ahí se ponen en cuestionamiento las barreras de las disciplinas. Globalmente el psicoanálisis la ve a través de la culpa y el tema de la sexualidad, mientras que para mí es un sentimiento fundamentalmente social. Ligado a procesos de invalidación, descalificación, humillación que encontramos en las instituciones, en las familias o en la sociedad. Por último, las razones clínicas se plantean cómo ayudar a aquellos que viven la vergüenza sin enviarlos a una terapia como si fueran enfermos. Yo trabajé como educador de calle, con jóvenes de sectores carenciados, y era como si la vergüenza estuviera en el corazón mismo de estos jóvenes. Queriendo comprender por qué, entendí que estaban situados en una contradicción. La sociedad les pedía que se insertaran para transformarse en buenos ciudadanos como todos los demás y, al mismo tiempo, los trataba como inadaptados, discapacitados sociales. ¿Cómo iban a querer insertarse en una sociedad que los estigmatizaba? Esa es una de las razones por las que yo quise trabajar sobre este sentimiento.

¿Es duro hablar sobre este tema?

La vergüenza por definición produce mecanismos de defensa y en particular la negación. Es un dolor psíquico tan intenso que, para escapar de él, la gente dice “prefiero morirme de vergüenza”. En el plano psicológico hay un desgarramiento interior, hay una parte de uno mismo de la que se tiene vergüenza y de la que uno quisiera desembarazarse. Este dolor está provocado por la mirada del otro, es el proceso de invalidación, estigmatización del otro. Para evitar la vergüenza no voy a confrontar ciertas situaciones para así dar una buena imagen, para corresponder a lo que se espera de mí. Una de las razones por las cuales escribí este libro, es para poner en palabras aquello que mucha gente no logra decir, y ayudar a comprender cómo todos estamos habitados por el sentimiento, porque cuando logramos hablar de nuestra vergüenza en alguna medida la estamos elaborando y ya tenemos menos.

¿Es un sentimiento indisociable del ser humano?

Aquel que no lo siente, en algún lugar sale de la humanidad. En el momento de la liberación de los campos de concentración, al final de la Segunda Guerra Mundial, eran los detenidos los que sentían vergüenza y no los verdugos. ¿Por qué pasó esto? Primo Levi dice que estábamos avergonzados de habernos aproximado a aquello que es de lo más abyecto en el ser humano. Es un sentimiento que está en el fundamento, en las bases mismas del vínculo entre los humanos. Quisiéramos desembarazarnos de él pero, al mismo tiempo, es algo muy precioso, porque permite comprender aquello que está en el centro de los seres humanos, en el corazón del ser del hombre, de la existencia.

¿A quién está dirigido su libro?

A aquellos que están habitados por el sentimiento de vergüenza, el libro puede servirles para que lo comprendan. También está dirigido a docentes, psicólogos, terapeutas, sociólogos, trabajadores sociales, todos los profesionales que tienen que ver con el vínculo social, y acompañan y ayudan a quienes están sufriendo.