28 de abril de 2013

Marc Augé: "Debemos dirigirnos hacia una sociedad en la que el conocimiento sea la meta y la prosperidad una consecuencia" (1)

Para el antropólogo francés Marc Augé (1935), la realidad virtual amenaza con sustituir nuestra capacidad de creación simbólica, de generación de sueños y fantasías. Lo virtual se integra en la vida social como parte de la realidad, de modo que ésta deriva en ficción. Al desdibujarse las fronteras entre la realidad y la ficción surgen limitaciones a las libertades democráticas y nuevas formas de control autoritarias a través de procesos de alienación mediáticos. Así, la ilusión de la libertad se ha transferido hacia soluciones satisfechas por el consumo. Estudioso de la vida cotidiana y de la sociedad globalizada, ha analizado la naturaleza de las relaciones humanas en los nuevos escenarios espacio-temporales a los que definió como "no lugares", esto es, los ámbitos impersonales de la "sobremodernidad", los escenarios anónimos del capitalismo transnacional: centros comerciales, parques temáticos, cadenas de hoteles, aeropuertos, autopistas, supermercados, etc. Para Augé, la sobremodernidad se caracteriza por la aceleración de la historia que convierte el pasado en actualidad-información, la reducción perceptiva de las distancias y la acentuación del individualismo a través de la experiencia mediática. Es autor de numerosos libros, entre ellos "Théorie des pouvoirs et idéologie" (Teoría del poder y la ideología), "Un ethnologue dans le métro" (Un etnólogo en el metro),  "Pour une anthropologie des mondes contemporains" (Hacia una antropología de los mundos contemporáneos), "Non-lieux" (Los no lugares. Espacios del anonimato),"Fictions fin de siècle" (Ficciones de fin de siglo), "Les formes de l'oubli" (Las formas del olvido), "Le temps en ruine" (El tiempo en ruinas), "Éloge de la bicyclette" (Elogio de la bicicleta) y "Pour quoi vivons-nous?" (¿Por qué vivimos?). Tiempo, espacio e imagen gravitan en el pensamiento de Augé a través de dinámicas configuradoras de la nueva percepción de la realidad. Sobremodernidad, no lugares y realidades virtuales configuran los moldes tendenciales que dan cabida a las prácticas sociales y culturales. Son tres movimientos complementarios: "El paso de la modernidad a lo que llamaré la 'sobremodernidad'. El paso de los lugares a lo que llamaré los 'no lugares'. El paso de lo real a lo virtual". Los medios cobran un papel absorbente en la vida cotidiana. Marcan el tiempo social, ejercen mecanismos de control y desarrollan una construcción de la realidad. El hombre es para Augé un ser simbólico, por lo que existe en función de sus relaciones con los demás, esto es, de la comunicación. Lo que sigue es la primera parte de una compilación editada de diversas entrevistas que concedió el antropólogo francés. Ellas son las realizadas por Román García Azcárate (revista "Ñ Digital" del 31 de agosto de 2010), por Eduardo Febbro (diario "Página/12" del 21 de noviembre de 2011), por Mónica Andrade (revista "Ñ" nº 474 del 27 de octubre de 2012), por Juan José Mendoza (diario "Clarín" del 4 de diciembre de 2012) y por Alberto Ojeda (diario "El Mundo" del 19 de abril de 2013).



¿Cambió la idea de los "no lugares?

Los no lugares empíricos no existen en absoluto. De modo tal que lo que es un "no lugar" para los unos, puede no serlo para los otros. El problema es con la comunicación. Los medios de comunicación dan la impresión de que son un mundo en sí, y no una metáfora del mundo. Hay jóvenes que viven a través de las pantallas y eso es preocupante en la medida en que es una generalización del "no lugar" absoluto y de la "no relación". Creo que eso es un campo muy interesante para explorar y reflexionar: la exploración de esos otros mundos, como internet por ejemplo. Se habla de que las redes sociales han hecho la revolución en los países árabes. Yo creo que no es el caso y estamos siendo prisioneros de una representación.

"No lugares" eran, cuando teorizó por primera vez sobre ellos, espacios asépticos y de tránsito en los que los individuos uniformizan su conducta: supermercados, aeropuertos, la televisión... ¿Siguen siendo los mismos hoy día, o los "no lugares" han conquistado nuevos territorios?

Donde han ampliado el campo es sobre todo en internet. La implantación en la vida de buena parte de la población mundial de los móviles con conexiones a internet, de los correos electrónicos incesantes reclamando atención, del bullicio trepidante de Twitter, Facebook y derivados, nos provoca la sensación de vivir inmersos en una sociedad sometida a "un presente perpetuo". Una especie de tiranía en la que el futuro le ha sido arrebatado a la gente. En este contexto surgen nuevas formas de miedo. La interconexión constante nos facilita una ingente información de todas las partes del planeta. Y así en nuestras conciencias pesan cada vez más los desastres ecológicos, la violencia terrorista, la economía en manos que no controlamos, el incremento en las diferencias entre ricos y pobres... Y los miedos hacen que le acabemos dando la espalda al porvenir. En concreto, esas nuevas formas de comunicación están presentando un espejismo a sus usuarios, que piensan que en tales plataformas establecen relaciones sociales. No es así. Ahí falta el tiempo y el espacio, que son dos elementos simbólicos absolutamente necesarios para hablar de la existencia de relaciones sociales. De hecho, en mi opinión la pertenencia a un grupo en este espacio virtual no configura de ningún modo la identidad del individuo. Un etnólogo no tiene ahí material para leer relaciones sociales específicas de una comunidad.

¿Qué caracteriza a la sociedad en estos primeros años del tercer milenio y qué papel juega el arte dentro de ella?

Vivimos una crisis de dimensiones planetarias que trasciende la economía. No es sólo financiera o sólo política o sólo social, ni tampoco empezó ayer. El tercer milenio ha llegado cargado de miedos y no podemos excluir que en el futuro los historiadores hablen algún día de una "crisis de los cien años" refiriéndose a este período. La escala de la vida es ahora planetaria pero sólo en algunos aspectos porque la sociedad no es planetaria y sí lo son la tecnología y la economía. Esa diferencia, que provoca grandes miedos, es la que hoy está mostrando el arte. El arte debe ser capaz de expresar a la sociedad, el mundo en el que vivimos. La gran dificultad estriba en tomar distancia con respecto a un estado de sociedad que, sin embargo, debe expresar para que pueda ser comprendido. Las formas de arte contemporáneo, al proponernos lo que vemos todos los días, nos perturban; transforman los objetos usuales y familiares en objetos de reflexión y, por eso, lejos de sublimar lo real, lo subvierten.

¿Cómo influyen los nuevos formatos en las características culturales en el nuevo milenio, en la sociedad de la información?

Por un lado, los medios tecnológicos nos hacen creer que vivimos en un tiempo en el que son posibles la ubicuidad y la instantaneidad. Son instrumentos muy potentes, una creación magnífica pero que, por otro lado, pueden suscitar ilusiones… enseñar cosas a quienes ya las saben. No son un instrumento pedagógico ni es posible que lo sean y, desde este punto de vista, son una fuente de ilusión. Además son instrumentos de identidad pasiva y lo peor es que nos hacen perder la dimensión del tiempo y del espacio. Como dice Paul Virilio, la instantaneidad del tiempo está matando el espacio, el tiempo real de las transmisiones en directo devora el espacio, la geografía. En cierto sentido, son una negación del espacio y del tiempo.

¿Qué consecuencias se derivan de esa negación?

Es decisiva para la identidad, sea ésta individual o colectiva, nacional o de cualquier otro género. La cuestión es importante porque estamos en un mundo global para las identidades colectivas y en un mundo donde la individualidad se expresa a través del consumo. Cualquier identidad se crea a través de una negociación perpetua con la alteridad. Tenemos padres, parientes, orígenes, relaciones de amistad, etc. y todo eso nos constituye pero, a través de lo que llamamos redes sociales, no establecemos relaciones de verdad sino comunicación, hechos de comunicación. Una relación se construye a través del tiempo y del espacio. La prueba es que incluso los grandes mandatarios del mundo, a pesar de que disponen de todos los medios tecnológicos, necesitan verse y reunirse de vez en cuando. Tienen la intuición de que eso significa otra cosa.

¿Estamos concediendo demasiado poder a esas redes sociales?

Les estamos otorgando unos poderes que no tienen. Esos medios de comunicación son medios, no son una finalidad, no crean un mundo por sí mismos. Por supuesto no hay que condenarlos, pero sí entender qué podemos esperar de ellos. No te permiten ser más sabio, ni tomar más conciencia sobre tu propia vida. Lo cierto es que la identidad se construye a través de la alteridad y que las relaciones son hoy todavía más importantes porque tenemos que construir un mundo, un mundo planetario que todavía no lo es y que se va a construir a través de la historia, que todavía no ha acabado y que nunca fue una cosa simple ni tranquila ni pacífica. Por eso, tenemos que establecer relaciones a nivel local, nacional, internacional y necesitamos utilizar esos medios como lo que son, simples medios.

¿Cómo se construye ese mundo, con qué herramientas?

Esa construcción solo puede llevarse a cabo a través de una política sistemática de educación. Es lo que llamo la utopía de la educación. Nuestra aspiración debe ser que cada uno estudie lo que quiera y lo haga durante el mayor tiempo posible. Sé que el modelo que propongo cuesta mucho dinero, pero si no lo hacemos, al menos parcialmente, es probable que nos encontremos con una catástrofe. En Europa se dice a menudo que la universidad tendría que preparar para el trabajo. No es así. La universidad tendría que ser un lugar de formación, de reflexión, sin ningún interés concreto. Por supuesto que entiendo que los jóvenes tienen que trabajar, pero el trabajo debe ser una consecuencia no una finalidad inmediata. La universidad no es el espacio para aprender un oficio. Para eso ya están las escuelas profesionales y a esas las hemos reservado a las clases pobres con la orientación cada vez más precoz. Esta es la desigualdad fundamental y por eso yo propongo esa especie de utopía en la que las personas puedan estudiar lo que quieran durante largo tiempo. Entiendo que alguien me diga que eso no es realista, pero podría ser real y dar paso a una realidad más justa, más plural y plena para todo el mundo… una utopía.

¿En qué consiste el peligro de la desigualdad en la educación en general y en el aprendizaje tecnológico en particular?

Es el mayor peligro que hay en el mundo ahora. Hay un problema de educación incluso en los países llamados desarrollados. Es un problema grande porque estamos... Dentro de unos años tendremos un mundo..., no una democracia generalizada en el planeta entero sino una..., un mundo capitalista con una oligarquía del poder, del saber y de la riqueza, una clase de consumidores y, tercero, una clase -mayoría- de excluidos a la vez del consumo, de la ciencia y de la riqueza. Ahora, la enseñanza de esta docta, la ciencia, los conocimientos generales persisten en la cultura planetaria de la cual es excluida una gran parte del mundo, de la gente del mundo. Es decir que si no hacemos un esfuerzo enorme para reorientar la política educativa iremos hacia una historia violenta, con enfrentamientos, con violencia, siempre la historia ha sido violenta, pero lo será de nuevo y será una violencia que afecte al planeta entero. Creo que este problema de la educación es el problema más importante ahora. Para todos los países. Además, cuando se extiende la ignorancia, el alejamiento de los polos del saber, empieza a aparecer, a desarrollarse la violencia. Todas las formas de violencia o de locura, con el riesgo de dictaduras y de ideologías y de supersticiones, etcétera, etcétera.

En este marco, no la disyuntiva sino el contraste entre el presupuesto que se asigna a la educación por un lado y, por otro, las discusiones acerca de los sistemas educativos, ¿cómo juegan?

Las discusiones sobre los sistemas educativos son discusiones teóricas. Pero, de hecho, lo que falta más no es la problemática educativa de la pedagogía. Es importante, pero lo más importante es que no tenemos bastante dinero para decir que la educación de las iras de la humanidad es la cuestión más importante del momento. Tenemos mucho dinero para muchas cosas pero si la cuestión de la educación no se soluciona todo ese dinero que pagamos por muchas cosas no significará nada, no servirá de nada.

Propone la ciencia como modelo para la política y la vida social.

Es el único dominio a propósito del cual se puede hablar de progreso, de progreso en el conocimiento. A veces se habla de cientismo pero eso no es la ciencia. La ciencia es un modelo de modestia frente a muchas demostraciones de orgullo. La historia de la ciencia es la del desplazamiento progresivo de las fronteras de lo desconocido, con sus correcciones y rectificaciones. El único sector de la actividad humana donde la noción de progreso, en el sentido de acumulación de conocimientos, deriva de la evidencia es también aquel donde se cuestionan sin cesar las nociones de certeza, verdad y totalidad. Funciona un poco como un existencialismo, cuando la existencia precede la esencia. Podríamos utilizar este modelo en la vida política y proyectar un modelo de forma más empírica y científica a partir de unos principios y luego medir la progresión.

¿Cuáles deberían ser esos principios?

La igualdad de los individuos y el conocimiento. Dar absoluta prioridad al conocimiento que es algo que ahora no hacemos. Cuando hablamos de desarrollo nos referimos muchas veces a la investigación en las empresas y esta no es investigación fundamental sino algo que tiene que ver con la innovación, con la mejora de los productos para hacer progresar el consumo. Desde luego, no es la que va a responder a nuestras preguntas sobre nuestra presencia y actividad en el mundo. Hemos progresado mucho en el conocimiento sobre el universo pero, como decía Pascal, el silencio infinito de estos espacios infinitos me asusta.

¿Por dónde pasa hoy el verdadero conocimiento?

Pasa por la unificación de todos los saberes incluida la ciencia. No debemos oponer la literatura a la filosofía, a la ciencia. Estoy seguro de que los grandes sabios científicos son también filósofos. Debemos dirigirnos hacia una sociedad en la que el conocimiento sea la meta y la prosperidad una consecuencia. La ciencia avanza tan rápido que no podemos imaginar cuál será el estado de nuestro conocimiento dentro de cincuenta años, pero lo que es seguro es que vamos a progresar en dos direcciones: el conocimiento sobre el universo y sobre la naturaleza del ser humano. El hecho humano permanecerá, sean cuales fueren los avances de la ciencia. ¿Qué es la vida?, ¿qué es la conciencia? Es una aventura fascinante y hablaremos de ello dentro de unos siglos.

A pesar de esta referencia a las ciencias, sus libros siempre remiten a la literatura.

Sí. Me parece que hay una unicidad de los saberes diversos. Es interesante conocer la reflexión literaria. Lo que me interesa en la literatura es que tiene una capacidad para hacer entender las cosas que no es tan habitual. La literatura hace una utilización atenta de la lengua, una utilización del tiempo y del espacio que me parece muy importante preservar.

La antropología tiene hoy otros campos de aplicación: el de las comunidades virtuales por ejemplo.

La evolución del mundo actual es algo que interesa al antropólogo para medir en un pequeño grupo los efectos de la globalización. Tenemos dos dificultades. La primera es que el contexto es siempre planetario finalmente. Es decir que debemos tomar en cuenta todo. Por otro lado, los medios de comunicación están cambiando las formas y los tipos de relaciones. Si el objeto es a la vez las relaciones y el contexto, los dos han cambiado. Pero aun así debemos tratar de entender lo que pasa.