30 de agosto de 2011

Annie Leonard: "No nos faltan cosas, lo que nos falta es compartirlas" (2)

En "La historia de las cosas", Annie Leonard llama la atención sobre los peligros del consumo inmoderado para el medio ambiente. El libro está organizado en cinco secciones: "Extraction"
(Extracción), "Production" (Producción), "Distribution" (Distribución), "Consumption"
(Consumo) y "Disposal" (Desecho). La ambientalista comienza contando su infancia en los bosques del estado de Washington y su preocupación al ver que, a medida que crecía, los árboles se alejaban más y más de las ciudades, como retrocediendo ante una fuerza imparable. Contrasta este daño estético con otro mucho más cruel como lo es la pérdida del hogar o del trabajo que la deforestación causa en los países en desarrollo ya que 300 millones de personas viven en los bosques, de las cuales 60 millones son indígenas. Además, 1.000
millones de personas en situación de extrema pobreza encuentran en los bosques y las selvas su principal fuente de vida. Los bosques naturales son reemplazados por plantaciones de árboles cuya madera se utiliza para hacer casas, muebles o pulpa de celulosa. En términos de biodiversidad, las diferencias son notables: en apenas diez hectáreas de la selva de Borneo hay más de setecientas especies de árboles, la misma cantidad que en toda América del Norte. Tras ampliar el arco a otros seres vivos, Leonard advierte que, de la exuberante biodiversidad de las selvas tropicales, sólo conocemos el 1% de las especies benéficas. Barrer esa pluralidad para dar paso a incontables pinos o eucaliptos es como apostar un inmenso capital a un billete de lotería. Pero la maquinaria de consumo es difícil de parar: sólo los estadounidenses usan una cantidad de papel que permitiría levantar una pared de tres metros de altura de Nueva York a Tokio. A nivel mundial, el consumo de papel se ha sextuplicado en los últimos cincuenta años. El panorama de la minería no es menos grave. Por el agotamiento de las vetas, la industria hace estallar las montañas y las disuelve en enormes piletones con agua y cianuro. Así, por ejemplo, para hacer una alianza de matrimonio se producen veinte toneladas de residuos peligrosos. Otros objetos terribles son los celulares, los reproductores de audio portátiles, los videojuegos y los controles remoto, aparatos que requieren tantalio, una de las mayores riquezas de la República Democrática del Congo. En el año 2000, por citar un caso, el lanzamiento de la consola de juegos PlayStation 2 hizo disparar el precio del tantalio y desató un conflicto bélico que se ha cobrado la vida de 4 millones de personas. Para la extracción del mineral, en los yacimientos se emplea tanto a prisioneros de guerra como a pobladores locales, principalmente niños, que son reducidos a la esclavitud y se enfrentan al hambre, las enfermedades y el abuso sexual. De esta manera, los niños del Congo son enviados a morir en las minas para que los niños estadounidenses y europeos puedan matar alienígenas imaginarios en el living de sus casas. En el capítulo "Producción", Leonard informa sobre los cien mil compuestos sintéticos que se usan hoy en la producción industrial. La historia de una lata de aluminio muestra que las inequidades entre países desarrollados y subdesarrollados favorecen el derroche: el traslado de esta industria desde los primeros a los segundos, con energía barata, esconde su verdadero costo. Una simple remera ilustra un camino de transformaciones que van del consumo de agua (el del algodón es uno de los cultivos más irrigados) a los agroquímicos (aunque ocupa el 2,5% de las tierras del mundo, consume el 10% de los fertilizantes y el 25% de los insecticidas); al cloro, las tinturas, el formaldehído, la soda cáustica para tratar las telas. Muchas de las sustancias utilizadas en el acabado de la prenda están vinculadas a dermatitis, problemas respiratorios, ardor en los ojos y hasta cáncer. Los impactos ambientales, analizados en el capítulo "Distribución", dejan de manifiesto desventajas claras del libre mercado en un mundo globalizado: por barco se mueven más de 1.500 millones de toneladas anuales de mercaderías. Eso supone 140 millones de toneladas anuales de combustibles: casi un cuarto de las emisiones mundiales de dióxido de carbono, responsable del cambio climático. La sección "Consumo" pone el acento en los Estados Unidos criticando su cultura de "más es mejor", y cita al Happy Planet Index (Indice del Planeta Feliz) -que realiza la New Economics Foundation- que lo coloca en el puesto 114 entre 143 naciones. "Fuera de la vista, fuera del sitio, fuera de la mente" es donde va a parar el vasto conjunto que integra el apartado "Desecho". Esa relativa invisibilidad de la basura es gran parte del problema. Reutilizar y reciclar es clave, pero no alcanza con controlar la basura hogareña: los desechos industriales representan entre cuarenta y setenta veces más que los domiciliarios. La siguiente entrevista a la autora de "La historia de las cosas" fue realizada por Marina Aizen y apareció publicada en la revista "Viva" del 31 de octubre de 2010.


Una de las características del capitalismo es la necesidad de crecer sin fin. Cuanto más, mejor. ¿Cómo se sale de esta trampa?

Esa es, quizá, la pregunta más importante de nuestro tiempo porque va justo al corazón del asunto. Hay muchas maneras en las que podemos liberarnos de esta trampa. Una de ellas es tener una medida diferente de progreso. Ahora, los gobiernos solo miden el progreso cuantificando el dinero que cambia de manos. Es una medida defectuosa, porque abarca muchas cosas que no tienen nada que ver con el progreso; por ejemplo, un derrame de petróleo o la construcción de una nueva prisión. Se miden las cosas equivocadas. Y porque les prestamos atención a las cosas que medimos, estamos creando políticas que apoyan las cosas equivocadas. En vez de investigar cuánto dinero cambia de manos, deberíamos medir cuán saludables son nuestros niños, cuán limpia es el agua, si tenemos trabajos dignos y seguros... Esas son las cosas que realmente significan progreso.

Parece que los gobiernos pueden aceptar la discusión de tener fuentes de energías renovables, pero ningún país que yo conozca promovería el consumo de menos cachivaches. ¿Por qué será así?

Esto está conectado a la idea de poner en cuestión lo que hoy se entiende por crecimiento económico, porque se puede discutir sobre energías limpias sin cuestionar nuestro paradigma económico.

No conozco ningún político que diga que necesitamos consumir menos. Ni siquiera los más progresistas...

Es cierto. Pero la verdad es que alguna gente necesita menos cosas y otra gente necesita más cosas. Cuando hablamos de consumo es importante decir que muchos de nosotros, como la gente de mi país, Estados Unidos, necesita menos cosas, porque consumimos mucho. Pero también hay mucha gente en el mundo que necesita más cosas para sobrevivir. Eso es inmoral.

¿Por qué piensa que la gente asocia las cosas al progreso?

Por varias razones. Una, que nuestros gobiernos miden el progreso por PBI, pero también porque hay una gran comercialización de nuestras vidas. Estamos bombardeados constantemente con mensajes que nos dicen que si tenemos más cosas que sean lindas, más nuevas, mejores, somos más felices. A veces me pregunto cómo sería el mundo si nos mandaran mensajes diciendo que estamos bien como estamos, que es mejor compartir que acumular.

La industrialización nos alejó del ciclo de vida de las cosas. No sabemos cómo empiezan y como terminan. Denunciar este proceso, ¿es suficiente para transformar la cultura consumista?

No. Es sólo el primer paso, porque no podemos hablar de algo hasta que sabemos que existe. Luego, lo que debemos hacer es transformar esa conciencia en acción.

¿Quién es más responsable por el medio ambiente? ¿El consumidor o el fabricante?

Creo que el fabricante tiene más responsabilidad porque sus decisiones tienen un impacto más grande. Por ejemplo, cuando yo voy a un negocio, puedo intentar hacer la mejor elección posible, pero las elecciones que yo puedo hacer están predeterminadas por fuerzas que están fuera de ese negocio: por el industrial y por el gobierno. Si querés provocar cambios no es cuando estás en un comercio. Por supuesto que podés comprar el producto ambientalmente más sano, pero las responsabilidades más grandes las tienen los que hacen los productos, decidiendo qué químicos usan o si un producto debe estar diseñado para que se le pueda hacer una mejora o para ser reciclable. La gente que está a cargo del diseño de estos productos es la que tienen las decisiones.

Y hablando de diseño, justo le iba a preguntar por mi iPod. A mí me encanta el mío, pero hace un año que me lo compré y ya parece un aparato obsoleto. Es frustrante. Pero, ¿se puede producir la innovación si no es a través de la corta vida de los productos?

El ejemplo del iPod es perfecto, porque la gente que los diseña es obviamente brillante. Los que trabajan en el diseño de aparatos electrónicos son genios en la innovación, pero el problema es que no se han fijado en el impacto en la salud y el medio ambiente de la misma manera que han mirado otras innovaciones. Los hacen más lindos, más rápidos, pero, ¿por qué no les sacan los químicos tóxicos? Tendrían que usar esa capacidad genial de innovar para hacerlos más seguros para los trabajadores que los fabrican y para los consumidores, para hacerlos más durables. Si tu computadora o tu iPod se pueden mejorar, ¿por qué tenés que tirar los viejos modelos? ¿Por qué no se pueden abrir y cambiar las partes que es preciso cambiar? Nosotros los llamamos "diseños para tirar"; están diseñados para que sean difíciles de reparar y difíciles de reciclar.

¿La innovación fue mala para el medio ambiente?

La innovación es mala para el medio ambiente si alienta a que la gente tire cosas que están en perfecto estado. Cuando el iPhone 4 salió, había millones de personas que tenían un iPhone 3 y que los tiraron sólo para tener uno nuevo porque tiene más onda. Muchas veces la gente tira cosas porque hay importantes innovaciones. ¿Te acordás del teléfono que tenía el tamaño de un portafolio? Es maravilloso que lo hayan podido innovar. Pero muchas veces la innovación es sólo cuestión de estilo. Están haciéndonos creer que la innovación equivale a estatus social. Eso me preocupa. Y cuando algo tiene una real innovación, ¿por qué tenemos que tirar todo el aparato viejo? Los iPods, las computadoras y los teléfonos son difíciles de reciclar porque tienen diferentes tipos de tornillos y de plástico. Si los fabricantes usaran los mismos materiales sería más fácil...

Entonces, deberían cambiar el foco de la innovación para ser más amigables con el medio ambiente...

Deberían hacer las dos cosas: innovar para un producto mejor, pero también innovar para hacer un producto más saludable, tanto para el planeta como para los que los fabrican. Muchos de los trabajadores que hacen estos productos están expuestos a contaminantes peligrosos y no está bien que haya gente que se enferme de cáncer para que podamos comprarnos teléfonos nuevos.

Cuénteme como es un día en su vida. ¿Compra cosas? ¿Qué es lo que evita comprar? ¿Qué consume?

Lo más importante que hago es compartir mucho. Soy amiga de mis vecinos y conozco a todos los de mi cuadra, así que compartimos las cosas. Compartir es una estrategia tan importante para luchar contra el consumo, porque cuando vivís en una sociedad individualista todo el mundo tiene que poseer lo que necesita, lo que provoca daño al medio ambiente y hace que nuestras casas estén llenas de cachivaches. Mi hija quería tomar lecciones de tenis y necesitaba una raqueta; en vez de comprarla, primero le pregunté a un vecino si tenía una.

¿Qué cosa no compra de ninguna manera?

Evito plásticos hechos con PVC y cosas nuevas. Compro usado para no crear basura. También me gusta comprar cosas hechas o producidas localmente.

En Estados Unidos finalmente tienen un presidente que entiende lo que es el calentamiento climático. Pero lo primero que hizo es reproducir la misma lógica de crecimiento y consumo. Si Estados Unidos no cambia, ¿cómo podemos esperar que cambie el mundo?

Los Estados Unidos tienen que cambiar. Estamos fuera de escala: tenemos el 5% de la población mundial y consumimos el 30% de los recursos. Pero los otros países no deben esperar que cambiemos. Somos un mal ejemplo. No deben copiarnos. Conserven las cosas de sus culturas que son más saludables para el planeta y la economía.

Su libro menciona varias veces la palabra "esperanza". Pero, ¿tiene realmente esperanza?

Si, y por un montón de razones. Entre ellas, en todos los lados a donde voy encuentro gente que quiere vivir de manera diferente. Ahora estamos usando globalmente un planeta y medio en término de recursos, cada año. No se puede seguir así indefinidamente. Tenemos que cambiar. La pregunta es cómo vamos a cambiar; no si vamos a cambiar. Y tenemos que cambiar todo, desde la manera de ir al baño hasta lo que comprarnos... Si. Pero el cambio no significa miseria o volver a las cavernas. Si aprendemos a hacer las cosas con menos tóxicos, si aprendemos a compartirlas y a reducir la emisión de basura, podemos tener largas y felices vidas sostenibles.

28 de agosto de 2011

Annie Leonard: "No nos faltan cosas, lo que nos falta es compartirlas" (1)

La ambientalista Annie Leonard (1964) nació en Seattle, Washington, cursó sus estudios  universitarios sobre comercio internacional en el Barnard College de la Columbia University y realizó su tesis sobre planificación urbana y regional en la Cornell University, ambas en Nueva York. Luego de haber trabajado en distintas organizaciones ecologistas como 
Greenpeace Internacional, Essential Action o Global Greengrants Fund, Leonard se hizo sumamente popular cuando, en diciembre de 2007, realizó "The story of stuff" (La historia de las cosas), un video dinámico y repleto de datos que muestra los ocultos costos ambientales y sociales del actual sistema de producción y consumo. La película de 20 minutos de duración -que ha sido vista por millones de personas a través de internet-, es el producto de dos décadas de investigación realizada en centenares de fábricas, minas y basurales de más de cuarenta países. Luego del éxito obtenido con su primer documental, realizó "The story of cap and trade" (La historia de los límites y comercio de derechos de emisión) en 2009; "The story of bottled water" (La historia del agua embotellada"), "The story of cosmetics" (La historia de los cosméticos) y "The story of electronics" (Historia de los equipos electrónicos) en 2010; y el reciente "The story of citizens united vs FEC" (La historia de los ciudadanos unidos contra la Comisión Electoral Federal) en 2011. El año pasado, "La historia de las cosas" fue publicado en formato de libro. En él, la ecologista estadounidense profundiza el tema desarrollado en el documental alertando sobre la catástrofe ambiental que genera el consumismo irracional y desaforado. Para Leonard, que los objetos -especialmente los tecnológicos- estén diseñados para tener una vida efímera no es casual, y este fenómeno se encuadra perfectamente en lo que los economistas marxistas denominan la "obsolescencia acelerada de los bienes de producción". Es decir, un ciclo vicioso y perverso de extracción de materias primas, producción, distribución, consumo y la ulterior disposición de los desechos industriales que producen la contaminación que está destruyendo el planeta. La preocupación por esta problemática registra algunos antecedentes entre los que merecen mencionarse "Silent spring" (Primavera silenciosa), el libro que la bióloga estadounidense Rachel Carson (1907-1964) publicó en 1962 para advertir sobre los efectos nocivos de los pesticidas sobre el medio ambiente y la salud; o los más recientes "No logo" (El poder de las marcas) de la economista canadiense Naomi Klein (1970) y "Consuming life" (Vida de consumo) del sociólogo polaco Zygmunt Bauman (1925). Leonard -que recorre las escuelas de Estados Unidos con el fin de concientizar a los jóvenes sobre cómo ellos pueden cuidar y dejar de perjudicar el medio ambiente- hace hincapié en mostrar aquello que las corporaciones, las marcas, los publicistas, los medios y los demás
integrantes del ecosistema capitalista intentan ocultar detrás de cada cajita feliz, detrás de cada afiche protagonizado por hombres y mujeres sonrientes que, tras la simpática fachada, esconden la tácita consigna de lograr la felicidad mediante el consumo desenfrenado. En su libro no ahorra críticas a su país, cuya cultura de "más es mejor" y su mercantilismo extremo no impiden que se ubique en el último lugar entre los países industrializados según el Indice de Pobreza Humana que elabora el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) mientras su gasto militar representa el 42% del gasto mundial. Naturalmente, criticar el tan mentado "american way of life" despertó la ira de algunos nostálgicos del macartismo ultraconservador, acusándosela de "adoctrinar a los niños en el antiamericanismo". Aunque se plantea mantenerse al margen de cualquier ideología política, resulta claro que el capitalismo no le parece a Leonard el mejor de los sistemas. "Necesitamos comprender el verdadero valor de nuestras cosas, mucho más allá del precio de venta y mucho más allá del estatus social que confiere su posesión -escribe-. Una sociedad basada en la reciprocidad generalizada es más eficiente que una sociedad donde se negocia cada interacción. No nos faltan cosas, lo que nos falta es compartirlas". "Los libros de texto dicen que las cosas simplemente se mueven a través de un sistema que comienza con la extracción, sigue con la producción, la distribución, el consumo y la disposición de los desechos. A esta suma de etapas se le llama la 'economía de los materiales'. Yo indagué un poco más -dice Leonard-. De hecho, pasé diez años viajando por el mundo para rastrear de dónde provienen nuestras cosas y adónde van, y descubrí que ésta no es toda la historia, que hay muchos huecos en esta explicación. A primera vista, este sistema parece funcionar bien. Sin ningún problema. Pero la verdad es que es un sistema en crisis. Y la razón por la que está en crisis es que se trata de un sistema lineal y nosotros vivimos en un planeta finito". Lo que sigue es una de las entrevistas que le fueran realizadas con motivo de la publicación de "La historia de las cosas". En este caso se trata de la lograda por Martina Gallo para la revista "Quid" nº 32 de febrero/marzo de 2011. 


Recientemente se publicó "La historia de las cosas". ¿Con qué se encuentra el lector en ese libro?

Comparto las historias que recopilé pero en forma más profunda que en la película. Quise develar los impactos ocultos de toda nuestra producción y los patrones de consumo. Pero lo más importante es que doy señales de esperanza y ejemplos de cómo podemos hacer las cosas de otra forma para vivir en un mundo más sustentable y más justo.

Usted habla de un círculo vicioso: trabajar-mirar-gastar. ¿De qué se trata?

El norteamericano medio está trabajando más horas, mirando más TV y gastando más tiempo y dinero comprando que en décadas anteriores. Los analistas dicen que tenemos menos tiempo de ocio que años atrás y que en el poco tiempo de ocio que tenemos ¡miramos TV y compramos! Pasamos menos tiempo con nuestros hijos, con la comunidad o comprometidos en actividades civiles-sociales que generaciones anteriores. Estamos metidos en esta ridícula rueda de trabajar-mirar-gastar, donde tenemos que trabajar como perros para mantener lo que compramos. Estamos exhaustos, estresados y sin tener toda la diversión que podríamos. Ya no nos comprometemos con la comunidad en la que vivimos por lo cual no podemos abastecemos de las cosas tradicionales que aporta el vivir en comunidad como el cuidado de los chicos, ayuda para mudarse, una charla con un amigo cuando estás bajoneado, compartir el auto para ir a algún lado, entretenerse y sociabilizar. Todas estas cosas, que la comunidad solía dar gratis, se está volviendo una mercancía y salimos a buscarlas al mercado de consumo. Irónicamente, esto significa que tenemos que trabajar más duro para obtener el dinero para pagar por ello. Es una rueda que implica moverse más y más rápido para estar siempre en el mismo lugar.

¿Cuál sería la solución?

Desenchufarse de la TV e invitar a nuestros vecinos a cenar, descender el nivel de consumo, divorciarnos de esa idea de que somos mejores cuanto más tenemos y repensar nuestras prioridades para invertir más en las cosas que nos dan satisfacción verdadera: familia, amigos, comunidad.

¿Qué cambios realizó en su vida desde que conoció los problemas que produce el consumo desmedido?

Reduje el consumo de plástico al mínimo porque es uno de los productos más tóxicos que existen. Compro verdura orgánica, llevo una bolsa de tela al supermercado, evito los productos con demasiado envoltorio y comparto cosas en vez de comprar todo lo que necesito. En términos de reducir los desperdicios a nivel doméstico, utilizo un compuesto para todo lo orgánico. Mantener los desperdicios orgánicos fuera de los vertederos de basura reduce el volumen de basura y el metano, un gas muy potente que ayuda al efecto invernadero. Camino o uso mi bicicleta y no uso secarropas, cuelgo en una cuerda en el jardín. Pero lo más sustentable que hago es vivir en comunidad. Conozco a mis vecinos y me preocupo por ellos. Nos turnamos para cuidar a nuestros hijos. Compartimos las herramientas de jardinería, nos intercambiamos libros, ropa, nos pasamos las bicicletas de los chicos a medida que van creciendo, repartimos los huevos que nos sobran y nos regalamos tortas calientes. Nos prestamos atención y estamos cerca cuando alguien necesita una mano. Pertenecer a una comunidad bien constituida me permite acudir a mis amigos y vecinos, en vez de al mercado, para muchas de las cosas que necesito.

¿Cuál es el más grande mito en materia de conservación del medio ambiente?

Creer que las cosas pueden cambiar siendo responsables individualmente. Claro que eso ayuda, pero aunque convenzamos a cada persona sobre la tierra para que sea responsable -lo cual es imposible- no sería suficiente. Debemos involucrarnos con organizaciones y pedir políticas que realmente se comprometan en crear un sistema de cambio.

¿Qué ocurre con el reciclado? ¿No es esa una solución?

Reciclar es un arma de doble filo porque devuelve los materiales al ciclo de producción para que las industrias lo reutilicen. Lo bueno es que reduce la cantidad de desperdicios en los vertederos e incineradores y la necesidad de extraer de las minas o de los bosques. Pero reciclar, por sí sólo, nunca será suficiente; incluso puede convertirse en un problema: si los productos consumidos contienen químicos tóxicos, como casi siempre ocurre, entonces el reciclado perpetúa el uso de tóxicos. Reciclar PVC, por ejemplo, expone a los trabajadores a gases tóxicos y crea otro producto tóxico que cualquiera puede adquirir. Y ni hablar de los tóxicos que contienen los productos electrónicos que son tan difíciles y peligrosos de reciclar que las leyes prohiben hacerlo en Estados Unidos. Entonces, todo eso se exporta a Asia para ser procesado en instalaciones que no tienen en cuenta los daños ambientales ni la protection del trabajador. Tiramos el problema para otro lado. El reciclado es siempre la tercera opción: reducir-reutilizar-reciclar.

¿Cómo cree que se producirá el cambio de mentalidad?

No lo sé, pero no tenemos mucho tiempo para decidirnos. Estamos a un paso de provocar el colapso de varios sistemas biológicos; nos estamos quedando sin pescado; muchas comunidades en todo el mundo se están por quedar sin reservas de agua. Los bebés llegan al mundo polucionados con químicos agrícolas y otros químicos. Muchos científicos aseguran que sólo quedan menos de diez años para actuar seriamente si queremos que la vida en el planeta siga siendo tal como la conocemos. Otros científicos dicen que ya es tarde para detener estos drásticos cambios ecológicos y que tenemos que enfocarnos en adaptarnos a la vida en un planeta que será totalmente distinto. Cada dia que pasamos sin tomar cartas en el asunto se lleva un pedacito de esperanza.

¿Hay alguna conexión entre las cosas materiales que obtenemos y la felicidad?

La hay y generalmente la entendemos mal. La publicidad nos bombardea con mensajes que dicen "más es mejor". En un punto es verdad. La mitad de la población mundial vive con menos de 2 dólares por día. Mucha gente necesita más comida, más ropa, más refugio, más educación, más energía, más salud. Pero la conexión "más es mejor" no se extiende indefinidamente. Después de un punto, cuando las necesidades básicas materiales están cubiertas, más no es igual a mejor. Hay estudios psicológicos que documentan que los niveles de felicidad han ido decayendo a través de las décadas a pesar del incremento del consumo. De hecho, muchos estudios demuestran que los grandes consumidores de cosas materiales sufren de más ansiedad, inseguridad y tristeza. Llega un punto en que tener más cosas, es tóxico: literal y espiritualmente. No digo que tener algo nuevo nunca nos haga felices. Pero a veces esa felicidad es efímera y luego sólo nos quedamos con algo más para mantener y con las ganas de ir por un objeto más nuevo.

27 de agosto de 2011

Conversaciones (XLV). Julian Assange - Slavoj Zizek. Sobre medios de información y política imperial

A fines de 2006, The Sunshine Press lanzó el sitio de internet Wikileaks creado por el periodista australiano Julian Assange (1971). The Sunshine Press es una organización que reune a activistas de los derechos humanos, periodistas, juristas y técnicos informáticos de distintas nacionalidades que, a través del sitio, difunde documentos secretos que comprometen a gobiernos, ejércitos y grandes corporaciones financieras de todo el mundo. Wikileaks se ha hecho famosa fundamentalmente por revelar una serie de casos relacionados con la política exterior de los Estados Unidos, en especial aquella desarrollada en Irak y Afganistán, pero también ha divulgado telegramas confidenciales enviados por embajadores estadounidenses de todo el mundo a los servicios de inteligencia (CIA, FBI, etc.) en los que, siguiendo órdenes del Departamento de Estado, suministran información sobre la vida privada de mandatarios, funcionarios y políticos. La actividad de Wikileaks ha generado un monumental revuelo en el mundo periodístico, político y social de gran parte del planeta. Por esa razón, el primer sábado de julio del corriente año, la periodista norteamericana Amy Goodman (1957), conocida por su labor como activista y creadora del sitio Democracy Now!, reunió en un viejo teatro en el East End de Londres, llamado The Troxy, al editor en jefe de Wikileaks y al renombrado filósofo esloveno Slavoj Zizek (1949), autor de "Paralaksa. Za politični suspenz etičnega" (La suspensión política de la ética) y "The monstrosity of Christ. Paradox or dialectic?" (La monstruosidad de Cristo. ¿Paradoja o dialéctica?) entre muchos otros, para participar de una entrevista pública. Assange, al momento de la reunión, llevaba seis meses retenido en Norfolk, en las afueras de Londres, y tuvo colocada una tobillera electrónica durante el evento que concluyó poco después de las 18 hs., a tiempo para que respetara los horarios dispuestos por su arresto domiciliario. Buena parte de la charla fue reproducida por el diario "Página/12" en su edición del 10 de julio de 2011.


A.G.: La información es poder. Me atrevo a decir que si hubiéramos visto antes los videos que liberó Wikileaks, se habría despertado un clamor popular en contra de las guerras de Irak y Afganistán, y se habrían salvado muchas vidas. Si hubiéramos visto en febrero de 2007 el helicóptero abriendo fuego sobre dos hombres que intentan entregarse, hubiera habido un escándalo. Es importante que sepamos qué se está haciendo en nuestro nombre. Por eso hoy vamos a hablar sobre esta nueva era de la información. Para empezar, me gustaría pedirle a Julian que volvamos a ese momento de 2007 para que me cuente qué significado tuvieron para él aquellos "Diarios de la guerra de Irak", y por qué decidió publicar esa información.

J.A.: Siempre he creído que lo que nos hace avanzar como civilización es la magnitud de nuestro registro, nuestra capacidad para comprender aquello por lo que estamos pasando, para comprender cómo son realmente las instituciones humanas y cómo se comportan. Para mejorar la civilización necesitamos tomar decisiones racionales. Claro que eso no puede hacerse si no hay información veraz acerca de las instituciones y su funcionamiento. Para tomar decisiones políticas racionales debemos disponer de información del mundo real. En este momento sufrimos una severa falta de información sobre cómo funcionan las grandes organizaciones que influyen en la evolución de la civilización y en nuestras vidas. Sobre Irak había cuatrocientos mil documentos, escritos en jerga militar, con coordenadas geográficas y conteos de bajas de civiles y de soldados norteamericanos, iraquíes y de sus presuntos insurgentes. Fue el primero de nuestros informes; y luego hicimos "Diarios de la guerra de Afganistán", que es el más largo y detallado relato que se haya publicado jamás de una guerra en curso. Un relato de las miserias cotidianas de la guerra; desde chicos asesinados en las calles hasta más de mil personas entregadas a la policía iraquí para su tortura, el apoyo aéreo y los pormenores del combate militar moderno. En tanto registro de la historia de la humanidad, se trata de algo hermoso y horrible al mismo tiempo. Y mientras que los diarios revelan, con un poco de suerte, algún evento aislado o el caso individual de la muerte de una familia, este tipo de registro ofrece una visión completa de la guerra y de todos sus eventos individuales, con detalles sobre más de ciento cuatro mil muertes. Trabajamos en conjunto con varios grupos de todo el mundo, como el Iraq Body Count, y con abogados de Londres que representaban a refugiados iraquíes, para analizar estos datos, y sacar a la luz las historias de quince mil civiles iraquíes (señalados como tales por el ejército de los Estados Unidos), que fueron asesinados y sobre quienes no se informó nada en la prensa iraquí ni en la norteamericana. Hoy mismo murieron mil personas, y no se informó en absoluto. Basta pensar en las cinco mil personas cuyas muertes fueron registradas por el ejército de los Estados Unidos pero que el resto del mundo ignora por completo, y compararlo con los tres mil muertos del 11-S, para imaginar lo significativo que es para los iraquíes.

S.Z.: Yo quiero hacer una salvedad. No debemos caer en la ingenuidad de pensar que el público no sabía nada sobre Medio Oriente. En el mundo contemporáneo todos sabemos que ocurren cosas sucias. Pero se nos informa tan oblicuamente, que es como si eso nos permitiera seguir con nuestra rutina, estar al tanto de la realidad y a la vez ignorarla.

A.G.: Slavoj Zizek, ¿cuál es para usted la importancia de Wikileaks en el mundo hoy?

S.Z.: Creo que tiene que ver con la manera en que quienes tienen el poder manipulan la ideología. Todos sabemos que se están haciendo cosas muy sucias, pero se nos informa sobre ellas de una manera tan oblicua que básicamente estamos en condiciones de ignorarlas. Es como el marido que sabe, de manera abstracta, que su mujer lo engaña, pero dice: "soy un marido moderno y tolerante", pero cuando ve una foto de su mujer haciendo estas cosas, ya es un asunto completamente diferente. Muchos de mis amigos escépticos me dicen: "Bueno, ¿qué aprendiste realmente de Wikileaks? ¿No está claro que para funcionar todo poder debe tener cierto margen de daño colateral, y que debe poder manejarse con cierta discrecionalidad?". Por supuesto que no soy un utopista. Ni yo ni Julian creemos en esta suerte de apertura pseudo-radical según la cual todo debe ser transparente. ¿Pero con qué estamos tratando acá? No es que todo lo que dicen los grandes medios sea falso. Su gran mentira está en cómo deciden mostrarnos la realidad. Julian y su equipo están trayendo un cambio porque intervienen justo ahí. Es igual que cuando en las revoluciones el rey quedaba desnudo. Todos lo sabían, sin embargo hacía falta que alguien lo gritara y lo remarcara para que se abriera la posibilidad de una situación nueva. Otro ejemplo breve extraído del cine, de la película "Ninotchka" de Ernst Lubitsch: hay un gran chiste allí, cuando el héroe entra a la cafetería y pregunta: "¿Puede servirme un café con crema por favor?". A lo que el mozo le contesta: "Lo siento, nos quedamos sin crema, solo tenemos leche. ¿Puedo servirle un café solo, sin leche?". Ese es el truco acá: cuando nos enteramos de algo a través de los medios es como si estuvieran sirviendo un café con crema. Es decir, todos sabemos que no nos están diciendo toda la verdad, pero ése es el truco de la ideología: incluso si no nos están mintiendo de manera directa, la implicación de lo no dicho es una mentira. Es un mecanismo crucial de la ideología: no importa solo lo que decís, importa lo que implicás en lo que decís. Así que, ¿tenemos conciencia de la importancia del momento que estamos viviendo? La información es crucial: todos sabemos que lo es en materia económica. Una de las principales razones por las que el capitalismo va a entrar en crisis es la propiedad intelectual. A largo plazo, sencillamente no puede lidiar con ella. Tan solo vean el fenómeno de los medios tratando de entusiasmarnos con "la nube". Las computadoras se están volviendo cada vez más pequeñas y todo se hace para nosotros ahí en la nube. El problema es que las nubes no son nubes, son un medio controlado. Es necesario saber, para confiar en las noticias que recibe a través del iPhone, que Apple firmó un contrato exclusivo con Murdoch; la corporación de Murdoch es una vez más el único proveedor de noticias. No confundan a Julian y su banda con el heroísmo burgués de siempre, el de la lucha por el periodismo de investigación, el libre flujo de la información y todo eso. Lo que están haciendo es mucho más radical. Por eso ha generado tanto resentimiento: no solo están violando las reglas y revelando secretos. La prensa burguesa -como la llamaría un viejo marxista- tiene sus propias maneras de ser transgresora. Su ideología no solo controla lo que uno puede decir sino también cómo uno puede violar aquello que tiene permitido decir. Julian no está violando las reglas, está cambiando las mismas reglas acerca de cómo tenemos permitido transgredir esas reglas. Esto es acaso lo más importante que él puede hacer.

A.G.: Y con todo, Julian, mientras publicabas información por varios medios, se la entregaste también a los mismos guardianes de la prensa, quienes en algunos casos habían estado reteniendo esa misma información.

J.A.: Nos asociamos con más de ochenta organizaciones mediáticas de todo el mundo, para meter nuestro material en cincuenta países diferentes de manera endémica. Esto implicó, sí, subvertir los filtros de la prensa más masiva. Se ha dado un fenómeno interesante entre los periodistas que trabajan en estas enormes organizaciones que negocian con el poder en el más alto nivel: habiendo leído nuestro material y habiéndose visto obligados a revisarlo para publicar nuestras historias, estos mismos periodistas se han vuelto educados y radicalizados. Más tarde quizá hayan escrito lo que quisieron o pudieron, pero no hay duda de que se enfrentaron cara a cara con la información. De esta manera se produce una penetración ideológica de la verdad en todas estas corporaciones mediáticas. Por ejemplo, con ese video del que hablabas al comienzo, la CNN mostró sólo los primeros minutos y borró por completo todos los disparos; y dijeron que lo hacían por respeto a las familias de las personas que habían sido asesinadas, así que no hubo sangre. Pero las familias habían dicho públicamente que era muy importante que todos nosotros lo viéramos. Fox, en cambio, emitió la primera escena de asesinato completa. Muy interesante: Fox le dio a la gente mucha más verdad que CNN y muchas otras instituciones mediáticas que consideramos liberales.

A.G.: Quería preguntarte, Julian, sobre Bradley Manning. Mike Huckabee, el gobernador de Arkansas, dijo que quien le había filtrado la información a Julian Assange debe ser juzgado por traición y ejecutado. Bradley Manning es un joven soldado que estaba en Irak, y lleva más de un año preso, en aislamiento y con un trato cercano a la tortura. El vocero del departamento de Estado en la Casa Blanca, P.J. Crowley, fue echado por criticar el trato que se le dio a Manning ante un grupo de bloggers del MIT. Luego, debido al escándalo, Manning fue trasladado a Fort Leavenworth, pero sigue en prisión, sin juicio.

J.A.: Es complicado para mí hablar en detalle de este caso. Bradley Manning es una supuesta fuente de Wikileaks; fue detenido en Bagdad y luego trasladado a Kuwait, donde fue retenido en una circunstancia extrajudicial, similar a la de los prisioneros de Guantánamo. Eventualmente, a través de algunos métodos legales creativos, fue devuelto a los Estados Unidos donde lleva más de un año detenido. Durante ocho meses se lo retuvo en Quantico bajo condiciones extremadamente adversas, pero nadie pasa más de tres meses en Quantico, Virginia. La gente que lo ha visitado dice que se le están aplicando estas condiciones con el objetivo de que confiese que estaba involucrado conmigo en una conspiración para cometer espionaje contra los Estados Unidos. Esa presión parece habérseles vuelto en contra. De acuerdo a todos los informes, se trata de un joven de un gran carácter moral, y cuando la gente de gran carácter moral es presionada de manera ilegítima, se fortalece en lugar de debilitarse. Ese es el caso de Manning, quien no les ha dicho a las autoridades, hasta donde sabemos, nada sobre su participación.

S.Z.: Para mí, lo horrible es la tortura en sí, pero aún más obscena es la normalización de la tortura, por lo que Manning es, aún más que vos -esto lo digo con todo respeto- un héroe.

J.A.: Un gran jurado secreto se ha armado a 6 kilómetros del centro de Washington, en Alexandria, Virginia, con entre diecinueve y veintitrés personas tomadas de esa área. ¿Por qué allí? Esa zona tiene la mayor densidad de empleados del gobierno del país. Son personas que juraron secreto, que no pueden consultar a nadie más. No hay juez, ni consejo de la defensa, y hay cuatro fiscales. No son otra cosa que chivos expiatorios cautivos del Departamento de Justicia de los Estados Unidos y del FBI. Pueden forzar a la gente a testificar, y han estado metiendo a todo tipo de personas, gente que está conectada con Wikileaks y gente que no lo está. Recientemente, un número de individuos que entienden lo que está ocurriendo y fueron llamados a testificar, se negaron apelando a la protección que da la Quinta Enmienda contra la autoincriminación. En respuesta, el gran jurado recibió órdenes de enviar certificados de inmunidad que garantizan que si testificás, tu testimonio no puede ser usado en tu contra. Por lo cual no tenés derecho a apelar a la Quinta Enmienda. Esto en la práctica en un interrogatorio coercitivo, compulsivo, secreto, sin defensa. Ni siquiera se permiten abogados para los testigos citados por el gran jurado; tan solo los fiscales y esta gente reclutada de 6 kilómetros a la redonda de Washington. Otro gran jurado creado en los Estados Unidos está investigando a los activistas antibélicos, es decir, están embarcados en el mismo tipo de caza de brujas.

S.Z.: Una vez cada tanto se producen milagros éticos. Hay gente a la que todavía le importa. No podemos dejar el dominio de los actos éticos en manos de agencias tales como la Iglesia Católica. Nosotros, la izquierda, debemos rehabilitar esta idea de que allí afuera hay individuos comunes y corrientes que pueden, de pronto, hacer algo maravilloso. Esa es nuestra esperanza hoy día.

J.A.: Tenemos otra presunta fuente en prisión, que ha concitado poca atención: Rudolph Elmer está detenido en Suiza acusado de revelar información bancaria. No hay ninguna pista que los lleve hasta nosotros, pero eso es lo que se está investigando. Por lo tanto es muy difícil para nosotros elogiar a esa gente, porque en el elogio estaríamos alegando que son culpables de aquello de lo que se los acusa.

A.G.: Hablando de bancos, Julian, dijiste que tenías buena información sobre el Bank of América. Todavía no la dieron a conocer. ¿Lo harán pronto?

J.A.: Hay complicaciones: estamos siendo chantajeados. ¿Cómo? Como se imaginan. Pero no quiero hablar de eso porque estamos buscando las alternativas para liberarla.

A.G.: Bueno, hablemos de tus ideas originales cuando creaste Wikileaks.

J.A.: El derecho de alguien a hablar y el derecho de otro a saber, produce el derecho a comunicar. Esos son los cimientos de lo más preciado de la vida civilizada, que no quiere decir industrializada, sino el esfuerzo conjunto por vivir de un modo menos adverso. Hace veinte años me involucré en el esfuerzo por dejar un registro histórico y facilitar a todos contribuir a él. Si hay gente asustada es porque ven que el cambio es posible. Estando en el ojo del huracán, aprendí no sólo sobre la estructura de los gobiernos y cómo el poder se mueve atravesando países, sino cómo la historia es moldeada y distorsionada por los medios. Esta distorsión es nuestro mayor impedimento para avanzar como civilización. Pero está cambiando: estamos sorteando a los medios cercanos al poder, tenemos los valores de una nueva generación educada en internet, ajenos a la distorsión, y esos jóvenes van ocupando lugares importantes dentro de las instituciones.

A.G.: Newt Gingrich, presidente de la mayoría en el Congreso Norteamericano, dijo: "Assange está comprometido con asuntos de guerra; el terrorismo informático, que lleva a la muerte de inocentes, es terrorismo. Por lo tanto, Assange está comprometido con el terrorismo. Debería ser tratado como un combatiente enemigo y Wikileaks debería ser clausurado de manera permanente". Judith Miller, que escribió artículos de tapa en el "New York Times" hablando de armas de destrucción masiva sin citar fuentes, dijo: "Assange no es un buen periodista. No chequeó la información que estaba soltando ni contempló a quién dañaba". Joe Biden, vice presidente norteamericano, dijo: "Assange es un terrorista de alta tecnología". Peter King, miembro del Congreso por Nueva York, pidió que se lo acusara bajo el amparo del Acta de Espionaje y se contemplara declarar a Wikileaks una organización terrorista. Tom Flanagan, antiguo asistente del primer ministro canadiense, llamó a asesinar a Assange. Y la ex gobernadora de Alaska, Sarah Palin, te llamó, Julian, "un antinorteamericano con sangre en las manos". ¿Qué tenés para decir al respecto?

J.A.: Bueno, desde diciembre estamos viendo una nueva histeria macartista. Amén del oportunismo de ciertos políticos de quedar bien con sus amigos del complejo industrial-militar. Pero como en general el verdadero poder es silencioso, cuando todas estas figuras políticas hablan de un modo tan agresivo, creo que están asustados de que salga a la luz una parte muy verdadera de la historia. Y esto me parece positivo. Significa que todavía necesitan engañar a la sociedad, porque de otro modo la sociedad reaccionaría. Todavía tienen que cuidarse ante lo que el pueblo pueda pensar, sentir y escuchar. Debemos ver todo intento de censura como un signo de que la sociedad no está del todo acallada. En Estados Unidos pudimos difundir la información con tal intensidad que hubo gente obligada a responder. Y eso pasa rara vez. La censura en China, tanto más agresiva, es otro buen signo de que ahí hay una sociedad política, aunque se encuentre fiscalizada y acallada. El gobierno chino teme lo que la gente pueda pensar.

S.Z.: Hablando de China, ¿sabías que hace dos o tres meses el gobierno prohibió por ley, en los medios públicos, y esto incluye diarios, libros, cómics, TV, películas, prohibió, decía, toda historia que tuviera que ver con los viajes en el tiempo o con realidades alternativas? Lo chequeé con mis amigos chinos. La explicación oficial es que la Historia es cosa seria y no debería jugarse con ella. Pero es claro su miedo: que la gente imagine otra realidad. Así que, para mí, Assange es un terrorista. Como Gandhi lo era: él intentó modificar el normal funcionamiento del Imperio Británico en India; vos estás alterando la circulación normal de información opresiva. ¿Qué es robar un banco al lado de fundarlo?, dice Brecht. ¿Qué es tu terrorismo al lado del terrorismo de quienes te acusan? ¿Dónde está su crimen, en comparación con lo que hacen ellos? El sistema nos acostumbra a pensar que el terrorismo está entre los que afectan "la normalidad". Pero, ¿qué hay de los terroristas que se ocupan de mantener lo establecido?

A.G.: Quisiera preguntarte sobre la primavera árabe y cuál crees que fue el rol de Wikileaks en lo que comenzó en Túnez, Egipto, Bahrein, Yemen, Siria y Libia.

J.A.: Cuando trabajamos en "Cablegate" (la filtración de documentos diplomáticos de los Estados Unidos), seleccionamos a un socio francés, "Le Monde", para conseguir que los cables se difundieran en francés porque sabíamos que tendrían un efecto en el Africa francófona. También durante los primeros días de diciembre se publicaron cables en árabe en "Al Akbar", un periódico del Líbano, y también en "Al-Masry al-Youm" en Egipto, aunque el material que fue publicado en Egipto, en ese mismo mes, bajo Mubarak, fue bastante leve por la presión bajo la que estaba el diario. Pero "Al-Masry al-Youm" se jugó, y aparecieron un número de cables críticos sobre el régimen de Túnez y sobre Ben Ali. Así que los manifestantes saben, la población empieza a enterarse y empieza a saber que Estados Unidos sabe y los Estados Unidos no pueden negar lo que está pasando. Y luego las elites también saben lo que pasa en Túnez y no pueden negarlo así que la situación evolucionó hacia una instancia en la que no le fue posible a Estados Unidos seguir apoyando el régimen de Ben Ali e intervenir en una revolución de la manera que hubiera podido antes. De la misma manera, no le fue posible a Francia apoyar a Ben Ali u otros socios como habrían podido hacerlo. Así que el "Cablegate" causó que estas elites que se apoyan entre ellas en el mundo árabe y entre Europa y Estados Unidos, tuvieran que lidiar con sus propias crisis políticas y no perder tiempo haciendo informes de inteligencia sobre activistas. Los activistas en Túnez rápidamente vieron esto, vieron una oportunidad y nuestro sitio y un gran número de sitios de Wikileaks fueron prohibidos de inmediato por el gobierno tunecino, "Al Akbar" fue cerrado y se lanzó un ataque "hacker" sobre él. Todo el diario dejó de estar "on line" y fue redireccionado a un "website" sexual saudita; por lo sofisticado del ataque y por su magnitud, creo que eran "hackers" del Estado; entraron y borraron todos los esfuerzos de "Al Akbar" de publicar cables. Los cables sobre Túnez se desperdigaron "on line", traducidos por un pequeño grupo de internet llamado Tunis Leaks y presentaron el hecho de que el Departamento de Estado, si tenía que elegir entre apoyar al ejército o a Ben Ali, probablemente iba a apoyar al ejército. Eso hizo creer a los activistas y al ejército que podrían salirse con la suya. Después, un técnico de computadoras se inmoló el 16 de diciembre del año pasado. La ecuación cambió cuando la gente vio que toda esa irritación intelectual, esa frustración y ese deseo de cambio se convertía en un acto físico y emocional en la calle. Y la cuestión sistémica fue creciendo: gobernantes ancianos, el auge de la TV satelital y la decisión de Al Jazeera de filmar y emitir las escenas de protestas en la calle.

A.G.: El 3 de julio pasado cumpliste cuarenta años. ¿Qué esperás para el futuro?

J.A.: Si todos podemos comunicar libremente nuestras esperanzas y sueños, intercambiar información acerca del mundo y colaborar en el registro histórico, si todo ello fluye, el resto sale bastante solo. Ese es mi gran anhelo. En el corto plazo, es que dejen de apurarme para volver antes de las 18 hs. a la casa donde estoy detenido.

S.Z.: Lo que te deseo, aparte de todo lo mejor, es que cometas otra picardía aun más grande.

23 de agosto de 2011

Ricardo Piglia: "Los géneros populares nos han ayudado a definir de otra manera la relación entre literatura y política" (2)

Ambientada en la interminable llanura pampeana a comienzos de los años setenta, "Blanco nocturno" retrata la vida en un clima sereno y tradicional de los pueblos rurales y el infierno de las relaciones familiares, en un contexto sociopolítico complejo que refleja con mucha aproximación la realidad de la Argentina en aquellos años. Piglia recurre una vez más a Emilio Renzi, su "alter ego" literario -periodista, policía o investigador privado, según sea el caso-, para desentrañar la verdad en un caso que todo el mundo da por cerrado al haber sido condenado un japonés por el asesinato de un mulato nacido en Puerto Rico que llega al pueblo tras los pasos de las gemelas Sofía y Ada Belladona, hijas de un acaudalado hacendado dueño de casi todas las tierras del lugar, a quienes ha conocido en un viaje por Estados Unidos. Tony Durán, el extraño forastero, se hospeda en un hotel, entabla una relación ambigua con otro extranjero, el japonés Yoshio, y desde entonces vive apenas tres meses y cuatro días más, porque es asesinado. Del entramado que intenta desarmar Renzi (que llega como enviado del diario "El Mundo" para informar sobre el caso) participan el comisario Croce, las hermanas Belladona (que mantenían una relación de triángulo amoroso con Durán), y el hermanastro de ellas, Luca, el personaje en torno al cual gira la novela, un hombre dispuesto a todo con tal de no perder la fábrica de autos que es su obsesión y su vida, y que termina conectado, de manera terrible, con la muerte de Durán. Con una trama directa y compleja que desnuda traiciones y negociados, pasiones y trampas, en su novela Piglia desarrolla con abundancia y armonía de recursos los negocios sucios, el tráfico de intereses entre la oligarquía terrateniente, los dirigentes políticos, los jueces, los bancos y las compañías financieras que pugnan por quedarse con las tierras donde se asienta la fábrica del protagonista central. En la segunda y última parte de esta edición de entrevistas, Piglia reflexiona sobre el rol de los intelectuales en la literatura argentina, recuerda detalles de sus comienzos como escritor y revela algunos aspectos de la escritura de su diario personal que viene llevando desde 1957.


Recién comenzado "Blanco nocturno", en la cuarta página, el comisario Croce dice, hablando del asesinado Tony Durán: "Era distinto, aunque no fue por eso que lo mataron, sino porque se parecía a lo que nosotros imaginábamos que tenía que ser". Palabras más, palabras menos, el planteo de la otredad que hace Sartre en el prólogo a "Los condenados de la tierra", de Frantz Fanon. Tomar los '60 como paradigma, ¿es tomar como modelo el rol de un intelectual como Sartre?

Por supuesto. Ahora, ¿en qué consistiría ser ese intelectual? Escribir sin buscar el reconocimiento inmediato ni un efecto de celebración instantánea. Escribir sabiendo que allí hay algo de ruptura. Eso supone relaciones con la tradición literaria, con la política, con ciertas estructuras definidas. No creo que ese tipo de intelectual haya desaparecido, más allá del cambio en los contenidos de intervención.

¿No sería mejor el cambio en el mercado que busca otro tipo de intelectuales?

En la escena general, los intelectuales parecen estar en una situación de repliegue extremo o de sustitución por los periodistas. Muchos intelectuales van a parar a ese lugar que se llama "opinión" en las secciones de los diarios. Antes, esas posiciones eran más autónomas.

¿Más militantes?

Yo respeto mucho la palabra "militancia", palabra que ahora parece haber sido recuperada. Aunque nunca tuve una relación orgánica con los grupos políticos, tenía relaciones, conversaciones muy interesantes. Y, habitualmente, volcaba mi militancia en hacer revistas. Antes de la aparición de ERP y Montoneros, los intelectuales eran convocados para hacer política en su ámbito. Y es algo que sigo defendiendo. La política estaba ligada a prácticas específicas de los individuos, no se trataba de que todos, como pasó luego, se proletarizaran o tomaran las armas. En esa época, el tipo de relación que podía tener un intelectual o un escritor con la política era siempre mucho más respetuosa de la especificidad. Después, claro, en la especificidad había mucha discusión. Miro mis libros y no veo signos de lo que podía estar de moda en la discusión de la izquierda en el momento en el que los escribía. Escribía lo que me parecía que tenía que escribir y me divertía. Ellos me decían que había que escribir "una" novela y yo les decía que me la trajeran, así la copiaba. "¿Cómo sería esa novela?" les preguntaba. Y no me podían encontrar ninguna. ¿Que podían traer, "La condición humana" de Malraux; la primera novela de Semprún, donde ese mundo de la militancia política revolucionaria aparece con fuerza; algunos cuentos de Andrés Rivera? No era necesario ser comunista para escribir una novela como "La condición humana", había que ser Malraux. Aclarado esto, yo tuve al principio, cuando llegué a la universidad, relaciones con el grupo Praxis que estaba ligado a Silvio Frondizi. Allí hice, en 1963, la revista "Liberación". Estaba cerca de Carlos Astrada, la dirigía Speroni que era un dirigente sindical de la época del entrismo del trotskismo. Le hice entrevistas a Portantiero, a Sebreli, a Rozitchner, aquellos con los que me parecía que una revista tenía que tener conversaciones. Trataba de llevar a la discusión política cuestiones que también tuvieran que ver con discusiones culturales específicas. Eso fue una etapa, después estuve sin una conexión directa y entonces apareció el maoísmo. Un tipo de crítica a la construcción siniestra del estalinismo que no venía de las posiciones trotskistas, siempre un poco voladoras, ni venía de la crítica de los ex-comunistas que eran tipos muy respetables pero con los cuales uno no terminaba de entender para quién jugaban. La caracterización de Mao sobre los soviéticos como imperialistas abrió un espacio de discusión nuevo. En ese momento, entro en conversaciones con la gente de Vanguardia Comunista: Elías Semán, Rubén Kriskautsky, a quienes les dediqué "Respiración artificial", hoy los dos detenidos-desaparecidos. Primero hicimos una revista que se llamaba "Desacuerdo", porque estaba contra el Gran Acuerdo Nacional de Lanusse. Después hicimos "Los Libros", que en un principio tenía más autonomía. Luego, la política la cruzó de tal manera que empezó a cambiar su perspectiva y al final sí terminó muy comentada con grupos básicamente maoístas y del peronismo. Y mi intervención termina con la primera etapa de "Punto de Vista".

Pero todo arrancó con Silvio Frondizi...

En La Plata. Silvio Frondizi iba a enseñar ahí, daba un curso de Historia Moderna. Y hacía unas intervenciones en la discusión histórica junto a Milcíades Peña, ligados a lo que había sido el trotskismo originalmente en la Argentina. Y también la ligazón con el cambio de perspectiva de los modelos revolucionarios que pasaron de clase contra clase a las luchas anticoloniales. El maoísmo, los vietnamitas y los cubanos le dieron un viraje a la discusión de la izquierda. Y ése es un poco el marco de los '60. Un marco de discusiones donde cultura y política estaban planteadas de muchos modos. Uno de esos modos reflejaba que el intelectual no era un tipo que hablaba de cualquier cosa. Sartre intervenía en la discusión y en el plano donde él podía intervenir. Eso funda una tradición importante: la de cómo llevar adelante una producción literaria manteniendo una relación que no aparecía afectada directamente por los encargos de la historia. Una vez, yo estaba dando un seminario sobre Borges en la Facultad, en Puán, y un chico del trotskismo dijo: "vamos a parar la clase porque aquí hay una elección y nosotros queremos que nuestro partido...", etcétera. Y yo le dije que no tenía ningún problema si me decía que opinaba su partido sobre Borges. El pibe salió corriendo. Por supuesto que era una provocación mía como diciendo: "ustedes vienen a hablar de qué, ¿de lo que ya sabemos?". Esa relación tiene mucho que ver con los distintos modos de entender el proceso político entre 1960 y 1982.

Nuevamente el rol del intelectual...

Un rol que estaba sintetizado en la frase de Guevara cuando le preguntaron qué tenía que hacer un intelectual y él dijo: "yo era médico". Es decir, el intelectual tenía que agarrar el fusil. Aún hoy cuesta entender que se entrara en esa onda sin una capacidad crítica respecto de cómo había que discutir esos problemas y cómo había ámbitos de discusión que no tenían por qué resolverse, exclusivamente, de ese modo.

¿Es un pase de factura a tipos como Rodolfo Walsh?

No, no es un pase de factura, es un enigma, como ocurre con Gelman. Primero, es un enigma la peronización. Fue muy sorpresiva la peronización sin una actitud crítica, poniendo blanco sobre negro lo que verdaderamente debemos valorar del peronismo. En el caso de Walsh, me parece que él trato siempre que su práctica fuera lo que lo identificara: hizo el periódico de la CGT y después conformó los grupos de información alternativa. Esos son grandes aportes. Y la "Carta abierta a la Junta", claro. Esa carta es lo que es porque está escrita como está escrita. Es un ejemplo de la inutilidad de la retórica de izquierda. Un ejemplo de cómo hay que escribir un discurso político. Es una intervención sobre las mentiras del periodismo, sobre las mentiras de los medios, pero también es un ejemplo para saber cómo hay que probar lo que uno dice. Tratemos de estar a la altura de lo que es decir algo por escrito para decirlo como Walsh. El caso de Walsh me parece muy complejo: es alguien que siempre estuvo muy atraído por la acción en el sentido más pleno. En ningún sentido es un pase de factura.

¿Cúal es el papel de la cultura en la transformación de América Latina?

La cultura es un elemento históricamente muy dinámico. Me parece que hoy esa relación con la cultura está muy activa. Tampoco hacemos una distinción muy tajante entre el mundo de la cultura y el mundo político, estamos tratando de establecer conexiones para que cada uno aprenda del otro. Los mundos deben siempre estar conectados.

¿Cuál es su juicio sobre esa conexión?

Me parece muy dinámica. Creo que estamos viviendo un momento muy importante en América Latina. Hay una serie de países que han empezado a definir culturas nuevas, distintas, tomando elementos del pasado pero transformándolos para ponerse a la altura de los tiempos. Estamos incorporando las nuevas tecnologías en las discusiones culturales. Insistimos mucho en la importancia de la lectura porque pensamos que mas allá de todo estamos leyendo siempre en internet, estamos leyendo siempre en relación a los nuevos medios y, por lo tanto, la lectura literaria es una manera tan sofisticada, tan sutil de lectura que luego nos ayuda y nos permite leer con fluidez cualquiera de los múltiples textos que leemos todos los días.

¿Cómo se inserta su obra en la tradición literaria argentina?

Bueno, eso me es difícil. Pero yo siempre digo que los argentinos tenemos el privilegio de tener una tradición literaria riquísima y que todos nadamos en ese río, cada uno a su manera, pero si escribimos es porque antes se ha escrito aquí. Eso tal vez lo vemos más claro en literaturas más lejanas: uno sabe que la literatura norteamericana tiene una gran tradición y que hoy están presentes todas esas tradiciones de Faulkner, de Mark Twain... Y eso explica mucho de la potencia de su narrativa actual. Acá pasa lo mismo.

En ese sentido, "El matadero", de Echeverría, con su manejo de la oralidad popular, explicaría parte de la literatura argentina actual...

Por ejemplo. Y su narración de la violencia, la situación extrema, con un lenguaje propio y una manera de narrar localizada. Me parece que son esas cosas las que se ponen en juego en estos casos.

"Blanco nocturno" puede leerse en relación a tradiciones como el conflicto entre campo e industria.

Bueno, esa es una experiencia o una tradición que todos hemos percibido. Después hay también cruces y desarrollos, claro, la novela no es un tratado de economía, más bien trata de cómo los sujetos viven la economía. Y la viven de modos mucho más drásticos. Lo que estaba tratando de reproducir ahí es la experiencia que muchos han tenido ante el fracaso de desarrollar o sostener una industria, el modo en que entienden por qué han fracasado. Está en Roberto Arlt: la idea del taller mágico, el invento, la rosa de cobre, algo que nos salve. Y está en Macedonio y Xul Solar, con sus mundos alternativos. Es muy argentino eso.

Usted es el conductor de un documental sobre Macedonio Fernández. Era reverenciado por Borges, admirado por usted. ¿Qué sucede con Macedonio Fernández?

Bueno, Macedonio es un personaje extraordinario, uno de los escritores más extraordinarios que uno puede imaginar. Como sabemos, él fue juez en un momento determinado, luego murió su mujer y tuvo una crisis y se aisló del mundo. Se recluyó en pensiones, en hoteles muy módicos y se dedicó a escribir una obra extraordinaria, una combinación de filosofía con literatura que influyó de modo directo en Borges. Sería muy difícil entender la obra de Borges sino hubiera sido por la presencia de Macedonio.

Revisamos en parte su biografía, cuando contaba que su padre fue peronista y hacía el comentario de que fue muy influyente en su vida. ¿Fue él el que sembró la semilla de la escritura o existió otro hecho particular en ese momento?

Yo veía siempre leer a mi padre, él estaba siempre en discusiones políticas, por lo tanto, había un clima de discusión cultural en casa. Lo que yo asocio con el comienzo tiene que ver con que mi padre con la caída de Perón en 1955 fue preso, estuvo preso unos meses. Cuando salió de la prisión decidió que nos íbamos a mudar del lugar donde yo había nacido porque había mucha tensión política y la situación no era clara, entonces nos fuimos a Mar de Plata, que es una ciudad balnearia que está a cuatrocientos kilómetros de Buenos Aires; y yo vivo esa mudanza como si fuera un destierro total. Yo tenía dieciséis años, a esa edad uno vive todo como si fueran grandes dramas, como tener que dejar a la novia que tenía en el colegio, esas cosas. Entonces yo recuerdo que en el momento en que la casa había quedado desarmada y
teníamos todos los muebles listos para viajar, yo empecé a escribir un diario, como si hubiese querido fijar esa situación, y a partir de allí he seguido escribiendo seguido hasta ahora.

¿Va volcando todas estas cosas allí o son anotaciones con sus perplejidades como narrador?

No. Son perplejidades, sí, pero con respecto al presente y señales o rastros que dejo para adelante. El diario es un registro muy aleatorio de algunas discusiones en las cuales intervenía y que, en su momento, fueron muy intensas. Tengo la formación política de aquella época y aquella tradición: la idea de pensar que nuestra alternativa era la verdad en lo que pretendíamos como política y que lo demás era una especie de confusión a la que nosotros mirábamos con cierta distancia irónica. Y también con imposibilidades, porque eso disfrazaba el hecho de que teníamos escasa intervención. Estos grupos caminaban paralelamente a lo que estaba pasando y construían una teoría diciendo que eso era muy importante. En aquel momento había como un horizonte de posibilidades que hacía posible que un intelectual de izquierda viviera todo el tiempo hablando de política y nunca refiriéndose a lo que estaba pasando en lo cotidiano ni a saber quién era el intendente.

¿Y que va a pasar con ese diario?

Bueno yo siempre he dicho que he escrito algunos libros para hacer posible la publicación de ese diario, porque uno no puede publicar un diario si uno no ha hecho algo que justifique que se publique, entonces yo he publicado algunas novelas para hacer posible que se publique.

Pero usted dijo alguna vez en una entrevista que esperaría que ese diario fuera póstumo. ¿Eso no va a ser así entonces, no ha cambiado de idea?

Bueno, tiendo a no pensar en la situación de ser póstumo, pero me parece un poco antipático que uno publique su propio diario en vida, previamente debo tener la precaución de morirme o de tirar el diario para olvidarme de la muerte.

El hecho político que ha permeado de alguna manera su vida, ¿también ha permeado su vida literaria, sus obras?

Yo he estado siempre muy ligado, me ha interesado siempre en la vida el modo en que la política puede cambiar la vida personal de alguien. No la política común, y eso creo que nos pasa mucho en América Latina. La política no es algo externo de lo cual hay que hablar como algo que no tiene que ver con uno, sino que la política interviene y ha intervenido en la historia argentina a través de dictaduras, a través de persecuciones, a través de luchas, de manera muy directa en las vidas privadas más allá de que uno tuviera o no en esos momentos intenciones políticas. Entonces, siempre me ha interesado contar la política de esa manera. El modo en que actúa en las relaciones personales, interrumpe relaciones apasionadas, provoca exilios, provoca situaciones múltiples. Más que tematizar la política como tal, me interesa tematizar el efecto que la política tiene en la vida personal.

¿Cree usted que en este momento de América Latina existe ese tipo de literatura?

Sí, hay una gran tradición de narrar la vida política, económica y cultural de América Latina a partir de dramas personales, de situaciones que están muy conectadas a las pasiones. De modo que la política nunca debe ser abstracta a la literatura, nunca debe ser una consigna o una obligación. Tiene que ser una más de las actividades de los hombres, que deben tratar de narrarla teniendo siempre en cuenta este modo en que la política funciona como un elemento más de la vida.

Ricardo Piglia: "Los géneros populares nos han ayudado a definir de otra manera la relación entre literatura y política" (1)

El escritor y crítico literario argentino Ricardo Piglia (1941) publicó en agosto de 2010 "Blanco nocturno", su cuarta novela, con la que ha cosechado hasta el momento los prestigiosos Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos (otorgado por la Fundación Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, de Venezuela), Premio Nacional de la Crítica (concedido por la Asociación Española de Críticos Literarios) y Premio Hammett de Novela Negra (entregado en Asturias por la Asociación Internacional de Escritores Policíacos
en el marco del evento anual Semana Negra de Gijón). Piglia, junto a su obra de ficción, ha desarrollado una fértil obra ensayística publicando textos sobre Arlt, Borges, Chejov, Cortázar, Faulkner, Macedonio Fernández, Joyce y Hemingway, entre otros. Precisamente en uno de sus libros de ensayos -"El último lector"- reproduce un fragmento de una carta de Franz Kafka (1883-1924) que dice así: "Con frecuencia he pensado que la mejor forma de vida para mí consistiría en encerrarme en lo más hondo de una vasta cueva con una lámpara y todo lo necesario para escribir. Me traerían la comida y me la dejarían siempre lejos de donde yo estuviera instalado, detrás de la puerta más exterior de la cueva. Ir a buscarla, en camisón, a través de todas las bóvedas, sería mi único paseo". Este párrafo, según Piglia, es "la más extraordinaria descripción que se pueda imaginar de las condiciones de una escritura perfecta". La "cueva con una lámpara y todo lo necesario para escribir" de Piglia se reparte entre su departamento en el barrio de Palermo en Buenos Aires y su residencia en la Universidad de Princeton, Nueva Jersey, donde es profesor de Literatura Latinoamericana. Los premios a "Blanco nocturno" generaron, como es natural, una andanada de entrevistas, entre ellas una de Miguel Russo para el diario "Miradas al Sur" del 16 de enero, otra de Gabriela Cabezón Camara para el diario "Clarín" del 3 de julio y la última para el canal de televisión "TeleSur" el 3 de agosto, todas ellas en el corriente año. Las entrevistas fueron realizadas en Buenos Aires, Madrid y Caracas respectivamente y en ellas, Piglia habló sobre el origen de sus ficciones, sus compromisos políticos y su visión de la actualidad. A continuación se ofrece la primera parte de una selección de las partes más salientes de dichas entrevistas.


¿Cómo podríamos definir qué es "Blanco nocturno"?

Es difícil para mí definir la novela, porque fueron muchos años de trabajo; podríamos comenzar por el título quizá, el título que por un lado remite a una experiencia muy fuerte de mi infancia, he pasado muchos veranos de mi infancia en el campo, en un pueblo de la provincia de Buenos Aires y creo que me ha quedado el sentimiento, la cualidad que tiene la noche en la llanura, que es una experiencia de la noche muy distinta a la experiencia que uno tiene en la ciudad, donde tenemos con la noche una relación más artificial, no sólo por las luces que amortiguan la presencia, sino también porque estamos en un mundo más construido, mientras que cuando uno está en el campo y sale a caminar durante la noche tiene una experiencia muy fuerte. La otra cuestión que descubrí o que recuerdo haber descubierto con gran interés es la idea de que las noches son muy claras, que tienen algo que tiende a la blancura a la que el título se refiere. El otro sentido del título es algo que en la novela está aludido, es que cuando se estaba por desencadenar la Guerra de Las Malvinas, la guerra entre Inglaterra y Argentina, nosotros recibíamos algunos periódicos ingleses y yo vi que los soldados ingleses venían con algunos anteojos que le permitían ver de noche y entonces eso nos dio mucha pena en relación con los soldados argentinos que estaban muy mal armados. Entonces, la idea de "Blanco nocturno" es también la idea de ver en la noche algo que está cazando, como quien dice voy a salir a cazar de noche y el blanco es aquello a lo cual uno apunta, entonces eso también es el sentido del título, entonces los títulos son las síntesis más elíptica de la obra; podrían decir que los títulos de "Cien años de soledad", en fin, los títulos de las novelas, luego toman un sentido, luego que uno ha leído la novela toman otro sentido y antes de que la novela sea leída funcionan como un enigma. Dicho esto, la novela es una novela que comienza como una novela policial porque hay un crimen y luego hay una investigación, pero lentamente se va transformando en una historia más amplia que tiene que ver con una familia, y básicamente el protagonista está basado en una historia personal. Es un primo mío, que puso una fábrica y la fábrica, como sucede tantas veces en América Latina, no funcionó muy bien porque era demasiado moderna. Entonces él no aceptó la quiebra, no aceptó lo que había pasado económicamente, se encerró en esa fábrica, produciendo unos objetos muy extraños. Entonces un poco esa imagen de ese primo, que yo quería mucho y que trataba de persistir en ese proyecto, fue para mí un puntapié inicial del libro.

Usted dijo que en "Respiración artificial" quería escribir la historia de un tío y que en "Blanco nocturno" contó la historia de un primo. O es un enorme mentiroso o tiene una familia fantástica.

Todas las familias son fantásticas si uno lo piensa un poco. Mi madre tenía doce hermanos. Y allí se repetían cosas que uno encuentra en cualquier familia: el tío que se va, la muchacha rara, figuras que el propio relato familiar construye. La familia es también como una especie de microsociedad donde siempre hay historias épicas. De manera que si tuviera que contar todas las historias que circulan en mi familia no me alcanzarían varias reencarnaciones. Claro que algunas de esas historias son miscroscópicas.

¿La del tío que se va, por ejemplo?

Exacto, "Respiración artificial". Yo tenía un tío que había tenido una historia con una muchacha y había dejado a la mujer. La cosa es que después, al escribirlo, el personaje va cambiando. Pero para mí el punto de partida de una novela es un personaje.

¿Sin principio, sin frase final?

Nada, ni siquiera tengo trama. Tengo un personaje, en "Respiración...", mi tío: alguien que hacía un corte y no se sabía más de él. "Blanco nocturno" es la historia de un primo por parte de mi padre. El tipo puso una fábrica y la cosa no funcionó, pero él no lo aceptó y se quedó ahí adentro. Siempre pensé que tenía que escribir alguna historia con él. La cosa es que la novela va hacia él, es al revés de lo que uno puede imaginar. Hubo varias versiones. En algunas, la historia empezaba con él. Pero en la definitiva, terminé por ir a buscar la historia que quería contar. Como si fuera construyendo un relato que avanza hacia donde me parece a mí que se concentra la historia.

¿Por qué?

No sé, no lo hice de forma deliberada, son modos. A mí me interesa mucho que el relato tenga una dirección, porque como después prolifera, interiormente me interesa que el relato vaya hacia algún lado, aunque sea de un modo hipotético.

Usted nos ha dicho varias cosas: que se desarrolla en la pampa argentina, que tiene parte de hechos policiales y que hay complicidad en las historias familiares. ¿Existe un género particular en el que usted pueda decir de esta manera es?

Salvo la idea de una novela que si hay podríamos decir que es un género, que como sabemos es un género móvil, la novela es muy difícil definir, hay novelas muy diferentes desde el "Quijote" hasta el presente, el género ha ido cambiando pero ha mantenido siempre un elemento que está también, me parece a mí, en el origen del libro, que es que las novelas se asientan en los personajes. Entonces si hubo un punto de partida para escribir esta novela fue este personaje, Luca; los personajes son los que sostienen la trama de la novela.

De hecho hay un personaje, Emilio Rensi, que aparece también en otras novelas suyas. ¿Esto es un hecho absolutamente intencional? ¿Por qué aparece allí?

A esta altura, luego de tantos libros, es ya un elemento deliberado, comenzó como un personaje que fue apareciendo en mis primeros cuentos y luego fue el narrador de mi primera novela "Respiración artificial", y al poco empecé a ver que él tenía ciertas características de mi propia experiencia, muchos elementos de mi vida están trasladados a Emilio Rensi, pero él tiene la particularidad de vivir las vidas que yo no pude vivir. Uno siempre piensa qué otras vidas pudo uno haber vivido, muchas veces la vida está definida por encuentros muy fortuitos, que le cambian de pronto a uno la ruta, y entonces muchas de las rutas que yo no tomé las toma Emilio Rensi, las vive como yo las pude haber vivido. Por ejemplo, él es periodista, que yo nunca he sido periodista pero me hubiera gustado quizá ser periodista. Entonces quiero decir que Rensi, por un lado funciona como algo muy íntimo para mí, pero a la vez es un personaje que aparece en tramas diversas, a veces como un personaje lateral, a veces, en este caso, como un personaje más central; él es enviado por su diario al pueblo a cubrir la noticia de este crimen porque el que es asesinado es un puertorriqueño que es tomado por un norteamericano, todos piensan que es un norteamericano que ha llegado allí. En fin, el hecho toma trascendencia y Rensi llega desde Buenos Aires.

Usted anunció esta novela hace varios años, pero la escribió en poco tiempo. ¿Qué ocurrió en el medio? Ha dicho en otras entrevistas que salía y que entraba de ella. ¿Qué lo llevaba a escribir, qué lo llevaba a dejarlo, qué lo llevaba a volver a retomar la escritura?

Yo tomo siempre muchas notas, muchas pequeñas investigaciones, cosas que voy anotando a medida que imagino que estoy escribiendo una novela. Hasta que después empiezo a escribirla de verdad. Escribo una versión, la dejo, la retomo. En general he hecho eso siempre con las novelas que he escrito, es un mecanismo de trabajo que yo no le recomiendo a nadie, pero que a mí me ha funcionado bien siempre. Son modos, métodos de trabajo que ni siquiera planeo y son muy difíciles de cambiar.

¿Un principio sería entonces la calma?

Bueno creo que es importantísimo. La calma, la paciencia y la ironía me parece que son los instrumentos básicos de un escritor.

¿Es consecuente con sus métodos?

Totalmente, se me impone un hábito, una forma de escribir. Mejor dicho, me doy cuenta de que en un personaje, en una historia o en una situación hay algo que me interesa. Si no, no tendría sentido decidirse a escribir un libro. Tiene que haber algo que uno no entiende bien. Ese enigma que a uno le produce un efecto sentimental.

El primo de la fábrica...

En este caso había una relación de mucho afecto y mucha admiración por mi primo. Claro que son cuestiones que después en la novela se diluyen; pero son importantes en el arranque. La familia como una especie de laboratorio de historias.

¿Lo divierte su familia?

Mucho. Mi familia es como una especie de modo de narrar que consiste en que todo se justifica. Por ejemplo, si hubiese un asesino serial en la familia mi madre diría: "y bueno, siempre fue un poco nervioso". Nunca se juzga a nadie, incluso en situaciones muy extremas. Es una especie de código narrativamente fantástico. Nunca nadie es condenado, siempre hay algo que lo explica, que justifica las peores canalladas.

¿Por eso en sus novelas nunca hay grandes culpables?

Puede ser, no lo había pensado. Pero es que hay flujos, fluidos, cosas que se construyen desde el imaginario de cada uno. Y eso le pasa a todos, no sólo a los escritores: todos vivimos en un mundo de historias. Y esas historias muchas veces tienen que ver con esos nudos que están ligados a la infancia. De allí sale el personaje de Luca, ese primo que en la familia llamaban "Chiquito" y medía como dos metros. Un personaje con una serie de elementos enigmáticos.

Enigmáticos y desaforados: escribe los sueños en las paredes de la fábrica. Algo que hasta podría tildarse de exageración narrativa.

Y era así: escribía los sueños en las paredes. Y más: también es cierto que tenía un patio interno que llenó de yerba usada que iba vaciando de los mates y que el patio terminó pareciendo un prado. Pero la novela transforma todo ese nudo real. Por eso creo que fui hacía ahí: era muy difícil narrativamente empezar tan arriba.

Usted ha obtenido el premio Hammett de novela negra, que se refiere específicamente a novelas de carácter policíaco ¿También hay una intencionalidad en ese sentido?

Siempre he estado muy cercano al género policial, en los años '60 yo dirigí una colección de novelas policiales norteamericana, de serie negra, muy serie negra, que fue la primera colección que tradujo de un modo orgánico a los grandes novelistas norteamericanos, como Hammett, Chandler, en fin, y yo tengo la sensación que esos géneros como el policial, los géneros populares, la ciencia ficción, han sido los grandes críticos del capitalismo, podríamos decir que esos géneros nos han ayudado a definir de otra manera la relación entre literatura y política, son géneros populares, de llegada muy amplia.

Borges escribió sobre la novela policíaca. ¿Cuál es esa relación con Borges? Usted, como crítico literario, ha escrito sobre Borges.

Bueno, Borges es al mismo tiempo un milagro y una maldición, es un milagro porque el hecho de que exista Borges nos da a todos un estándar, un respaldo notable, pero es una maldición porque cualquier cosa que uno haga se acerca a Borges y si se escapa de Borges quiere decir que también se está acercando a él, quiero decir que Borges ha sido para la literatura argentina un escritor con un peso específico tan fuerte que todos hemos estado dialogando.

Que seguramente le ha planteado mayores exigencias a usted...

Exactamente, entonces él fue el primero que hizo una colección policial, a él le gustaban mucho las novelas inglesas, las novelas de enigma, las novelas más de casa de campo inglesa, no le gustaban tanto las novelas que nos gustaban a nosotros, los de nuestra generación, que eran las novelas urbanas de los escritores norteamericanos.

Usted es crítico literario y me he encontrado con críticas literarias sobre usted. Por ejemplo, en "The Independence", se resalta su obra porque "ha heredado la desconfiada inteligencia de Borges, su incansable y gozosa exploración de la literatura". ¿Cómo recibe este reconocimiento?

Con muchas satisfacciones, en un sentido, no? Como le decía hace un rato, siempre hay escritores en cada literatura con los cuales las relaciones son muy íntimas. Entonces me gustó mucho la adjetivación "desconfiada inteligencia de Borges". Me parece que es efectivamente así: Borges tenía una inteligencia desconfiada y por eso me parece que es una buena lección para los críticos literarios. El crítico literario tiene que tener una inteligencia desconfiada, tiene que tratar de sacar conclusiones por sí mismo, no guiarse por las versiones que circulan a su alrededor, tratar de dar su propia opinión sobre el libro. El libro puede ser exitoso o puede ser un libro desconocido, pero uno tendría que conseguir esa actitud de respeto hacia el libro, para ver que es lo que uno piensa de él. Esas son las lecciones que uno tendría que practicar en relación a la crítica.