27 de julio de 2010

James Ellroy: "No leo diarios ni veo los noticieros. Me importan una mierda"

Hijo de un contable y una enfermera, James Ellroy (1948) vivió con su madre en El Monte, un barrio pobre de Los Angeles, luego del divorcio de sus padres en 1954. Tras el asesinato de su madre en 1958, Ellroy se dedicó a vagabundear, al alcohol, al abuso de las drogas y a pequeños delitos, lo que lo llevó a pasar algún tiempo en la cárcel. Por entonces se convirtió en un ávido lector de novelas policíacas y empezó a estructurar sus fantasías en forma narrativa. Cuando tenía treinta años publicó su primera novela, "Brown's requiem" (Réquiem
por Brown), a la que siguieron "Clandestine" (Clandestino), "Blood on the moon" (Sangre
en la luna), "Because the night" (A causa de la noche) y "Suicide hill" (La colina de los suicidas). Entre 1987 y 1992 publicó una tetralogía conocida como "L.A. Quartet" (Cuarteto de Los Angeles) formada por "The black dahlia" (La dalia negra), "The big nowhere" (El gran desierto), "L.A. confidential" (Los Angeles confidencial) y "White jazz" (Jazz blanco). A ésta le siguió "Underworld USA trilogy" (Trilogía americana) compuesta por "American tabloid"
(América), "The cold six thousand" (Seis de los grandes) y "Blood's a rover" (Sangre vagabunda), además de varios cuentos cortos, ensayos, libros autobiográficos y diversas compilaciones. Justamente la aparición en Chile de uno de estos últimos, "Crime wave" (Ola de crímenes), motivó que el diario "La Tercera" publicara en la revista "Qué Pasa" que acompañó la edición del 25 de junio de 2010, una entrevista lograda por Antonio Díaz Oliva. Un tiempo antes, cuando Ellroy visitó España para la presentación de "Sangre vagabunda", lo propio había hecho el diario "El País" por intermedio de Rocío Ayuso. Lo que sigue es una mixtura editada de ambas entrevistas.


Parece tener una relación de amor/odio con Los Angeles, ¿no? Ahí nació y ha
vivido durante casi toda su vida...

Es mi hogar. Es mi casa. Me gusta. Es la ciudad a la que pertenezco. Por ahora al menos porque estoy pensando mudarme a la costa este estadounidense. Hay muchas culturas extranjeras. Todas con diferentes lenguajes que no entiendo. Me parece que hay demasiada gente en los países de donde vienen estos inmigrantes. Es excesivo para una ciudad de este tamaño. Por ejemplo, sabía que tenía que estar en mi casa para hablar contigo a tal hora, pero me quedé atrapado en un taco gigante y me tomó el doble de lo que tenía pensado. Es una mierda.

Volver a Los Angeles es, en parte, volver a su infancia. A escenas sobre las que no teme escribir... Como el capítulo de su juventud en que mató a un doberman con sus propias manos...

Esa es una historia muy vieja. ¿Cómo la averiguaste?

Sale en uno de sus libros -"Mis rincones oscuros"- y en las biografías de usted que hay en internet...

El perro saltó y le pegué con un tubo reiteradas veces. Pero fue el perro el que me atacó primero. Ya no hablo mucho de esa historia. Fue hace tiempo. Mucho tiempo. Y no estoy orgulloso de eso. Amo a los perros.

En ese mismo libro cuenta que cuando escribió su primera gran obra, "La dalia negra", lo único que estaba haciendo era intentar responder con la ficción algunas de las hilachas sueltas respecto al caso de su madre.

Pensé en mi madre cuando lo escribía. Fue un proceso detallado y largo. Extrapolé personajes reales a la ficción. Y resolví el caso de la Dalia. El libro, además, fue el final de un periodo de bloqueo que tuve. Sé que mi madre aparecerá en cualquier libro que escriba (sean memorias o novelas), aunque no sea el núcleo de la historia.

¿Cree que se habría convertido en escritor si ella no hubiese muerto?

Es difícil de contestar. Pero me parece que sí, la muerte de mi madre me dio forma. Le dio forma a mi currículum mental. Por eso, creo, me convertí en un escritor de historias de crimen y misterio social.

Luego del asesinato de su madre, pasó por una etapa oscura en su adolescencia. ¿Qué lo salvó de perderse?

Dios salvó mi vida. El centro moral, mi educación cristiana salvó mi vida. El deseo de ser alguien salvó mi vida. El deseo por las mujeres, asimismo, me salvó. Quería escribir libros y estaba lleno de vergüenza por el tipo de vida que estaba llevando hasta ese entonces.

Lo otro interesante de "Mis rincones oscuros" es que, gracias a esas memorias, usted atrajo a un puñado de lectores fuera del círculo de los policiales. Muchos de sus pares empezaron a admirarlo por ese libro. Roberto Bolaño es el caso más cercano. En una de sus míticas reseñas sobre el género de las autobiografías, dijo: "Ellroy, a quien muchos desprecian por consideraciones tan imbéciles como que se trata de un escritor de género, escribe una autobiografía sesgada, unas memorias que surgen directamente de los límites del infierno".

No. No tengo idea quién es ese escritor. No conozco nada de Chile ni nada de América del Sur. Ni de cultura ni de escritores ni nada. Nunca he ido. Sólo he estado en Japón, Australia, Canadá, España y México.

¿Le gusta viajar?

No, no me gusta viajar. No me gusta nada que interrumpa mi ritmo de vida normal. Sólo viajo cuando tengo que hacer giras literarias. Lo considero un trabajo. Además, soy incapaz de escribir una línea durante una gira. Pero la vida no es barata, dos ex mujeres, una asistente, pago mis impuestos. Alquilo, no poseo casa. Tengo que ganar dinero.

¿Cuál es su génesis literaria?

Soy un autodidacta, nunca acabé mis estudios. Eso sí, en mis tiempos sólo leí novela negra de manera obsesiva y asimilé su forma, su contenido, el estilo. Ahora ni eso. Toda mi energía está en escribir. Lo mío son los grandes libros. Quiero dejar detrás una gran obra. Y entiendo que en ocasiones esto puede pesar a los lectores, pero al final disfrutan. ¡Soy un "best seller"! Es cierto que mis libros son un reto, pero no son difíciles. La historia te absorbe inmediatamente.

Es usted un solitario... ¿Cómo es su vida personal?

No tengo televisor. Lo vendí luego de que me dejara mi anterior esposa, y menos una computadora. Escribo a mano. Llevo una vida pacífica. Tengo una novia. Veo muy poco a los pocos amigos que aún tengo. No veo la televisión. No leo libros. No tengo familia. Vivo solo. No me interesa la cultura. No voy a fiestas. Soy autorreferente. Sólo hablo acerca de mí y de los libros que he escrito. No reseño la obra de otros escritores. Lo único que me gusta es tirarme en medio de la oscuridad y descansar. ¿Te quedó claro?

¿Qué cosas le gustan?

La historia, la música clásica, las mujeres, el boxeo, las novelas policíacas y los perros. Y así ha sido durante más de cuarenta años.

Suele decirse que usted es un escritor políticamente conservador. Pero leí en un sitio web que votó por Obama. ¿Es verdad eso?

Sí. Pero no me gusta hablar de política.

¿Por qué?

Porque me distrae de la razón principal por la que me llamaste, que es hablar de los libros que he escrito. Y Obama no tiene nada que ver con mi obra.

Pero gran parte de su obra está relacionada con eso. La novela "América" toca el tema del asesinato de Kennedy y los complots políticos tras ese caso...

Es verdad. Pero sólo escribo sobre eventos que sucedieron tiempo atrás. Entre los años '50 y '60. Y sólo eso. Te lo repito: no quiero hablar de política.

¿Y cómo se entera de lo que sucede en el mundo?

No me entero. No leo diarios ni veo los noticieros. Me importan una mierda. Siempre tengo trabajo que hacer. Me aíslo de lo que pasa a mi alrededor. No uso internet. A veces, algunos amigos me cuentan sobre las noticias y listo.

¿Cuál es el origen de esa novela?

La lectura de la novela "Libra" de Don DeLillo me abrió los ojos a la historia del asesinato de Kennedy. Esa época nunca me había interesado, pero el libro era tan bueno que quise hacer algo así. No lo quise copiar. Respeto mucho a DeLillo. Además pensé que podía escribir algo más grande. Que empezara en 1968 y donde el asesinato de Kennedy sucediera fuera de página.

En su ficción también aparecen figuras históricas como J. Edgar Hoover, Richard Nixon y Howard Hughes...

Mi única condición es que tienen que estar muertos; una vez muertos es legal hablar de ellos y los puedo utilizar sin problemas. Mi única limitación es que mi representación de los hechos no se contradiga abiertamente con lo que sucedió en la realidad. Y no hay nada contradictorio en las conversaciones de Nixon borracho o en mi creencia de que Hoover era un homosexual célibe.

Tuvieron que pasar trece años desde la publicación de "América" hasta la llegada de "Sangre vagabunda", su ultimo libro. ¿Una larga espera?

La cabeza me explotó, mi matrimonio se fue a la mierda, me fui a San Francisco y amé a una mujer llamada Joan, a quien dediqué el libro. Mi "diosa pelirroja" me dejó y me volví a Los Angeles, donde conocí a otra mujer en la que basé a Karen, el otro personaje femenino del libro. Estaba embarazada y me dejó por su marido. Mala suerte. Así que escribí este libro. Me encanta lo que hago y doy gracias a Dios porque soy bueno. Nunca le estaré lo suficientemente agradecido; pero también debo de reconocer que la historia ha sido muy generosa conmigo. Este libro me llegó en un momento muy turbulento de mi vida y acabó siendo el más fácil de escribir. Nada más publicado, le envié una copia dedicada a mi musa, a esa "diosa pelirroja" que fue el motor del libro. No me contestó. No quiere volver a verme. Me porté mal y quería rendirle un último homenaje. Quise escribir una historia romántica. Histórica, con sexo, revolución, política y de gran alcance y eso es lo que hice. Un trabajo al que le siguen mis memorias, en las que explico cómo escribí este libro. Y de esta forma quiero dejar atrás este capítulo de mi vida. No tengo duda alguna de que "Sangre vagabunda" es magistral, pero también reconozco que toda la novela policíaca es un pasatiempo, demasiada construcción, demasiada trama, muchas conspiraciones, una continua investigación policial.

Recurre mucho a la historia en sus libros...

Sólo cito lo que me interesa. Son novelas policíacas que están emplazadas en un momento de la historia. Hay muchos a los que no les gusta que les diga que me lo invento todo, que vivo en una burbuja. Que este libro no tiene nada que ver con Bush, con Obama o con la guerra de Irak. Los europeos, especialmente los franceses, le atribuyen a mi obra una lectura que no existe; quieren que mis libros tengan un doble sentido contemporáneo. Ni se lo veo ni me lo planteé. No me interesa la política actual. Claro que si tú ves esa conexión, genial. Si los lectores la ven, mil gracias. Todo con tal de que lean el libro y lo compren.

¿Es cierto que acostumbra a dejar retazos de sí mismo en las páginas de todas sus novelas? ¿Siempre hay algo del verdadero Ellroy en medio de la ficción?

Es cierto que yo soy todos los hombres de "Sangre vagabunda". Crecí no muy lejos de aquí, en este barrio por donde Crutchfield merodea. Y tengo en mí muchas de las tormentas que Dwight lleva en su interior, un tipo de derechas que se enamora de una mujer de izquierdas. Eso por no hablar de ese sentido del humor más bien crudo que tienen.

¿Y ahora, qué?

Algo completamente diferente de lo que ya tengo las bases pero que no te voy a contar. Tengo muchos lectores, y serían todavía más numerosos si escribiera otro tipo de libros que no pienso. Empecé escribiendo novelas policíacas más modestas a las que con los años añadí esa latitud histórica que tanto me gusta. Epicos históricos que también fueron policiacos. Me gustan los grandes libros y eso es lo que quiero escribir, obras bien pensadas de las que me sienta orgulloso. No quiero ser de los que escriben libros cada vez más finos y cada vez más rápidos. ¿No tienes la sensación de que Philip Roth saca un libro cada año? No quiero hacer eso. Tengo que responder ante Dios, ante la gente que amo y ante mis lectores. Tengo una moral demasiado grande y si eso significa menos libros y menos dinero, así sea. Y al que no le guste, ¡qué se joda!

Por último: pensando en alguien que nunca ha estado en Los Angeles, ¿qué le recomendaría hacer?

Le diría que arriende un auto, que consiga un mapa y maneje por los alrededores. Si es de Chile y sabe inglés como tú, va a poder manejar los dos idiomas que más se hablan acá, así que no tendría problemas. No le puedo asegurar a nadie que no le pase nada peligroso. Y en lo que respecta a mí, ya no veo la hora en que pueda escapar de esta maldita ciudad.