4 de abril de 2009

Entremeses literarios (XLIX)

NUEVO CUENTO DE LOROS
Gabriel García Márquez
Colombia (1928)

Es una cuestión tradicional que los caballeros, al llegar a la edad en que la soltería se vuelve un estado irremediable, adquieran un par de pantuflas y un loro. No recuerdo si Gedeón -el protagonista del "Buey suelto"- cumplió con este ineludible deber del celibato, pero no cabe duda de que George Blair, agente de policía retirado, en Detroit, sí estaba al tanto de las obligaciones adquiridas por quienes dejan de lado la femenina compañía para remplazarla por la menos costosa aunque quizá no menos conservadora de un loro real. A los cincuenta y dos años, Blair hace su testamento y lega su fortuna de 40 mil dólares a su plumado acompañante. Es un caso de gratitud como se registran muy pocos. De Nápoles, en cambio, viene una noticia completamente distinta. Vicenzenzo Marvasi, quien en lugar de adquirir las pantuflas y el loro, prefirió echarse encima la responsabilidad conyugal de Clara Maroni, no sólo estaba en estrecheces económicas, sino que se vio en la necesidad de alquilar, por medio de contrato escrito y a plazo fijo, los buenos servicios de su cónyuge amantísima. El sacrificio debió de ser mortal para Vicenzenzo, pero a cambio de él recibió de manos de Rino Vinceguerra exactamente 40 mil liras, o sea la misma cantidad, en cifras, que el agente retirado de Detroit acaba de donar a su loro de cabecera. Fue un contrato perfecto, por medio del cual un italiano cedió a otro italiano el control absoluto sobre la conducta material y moral de una italiana que después de haber sido esposa del primero durante largos años, pasaba a convertirse en un simple semoviente de alquiler. Si este mundo no anduviera tan revuelto, el policía de Detroit se habría casado con la esposa alquilada y el arrendador de ella habría adquirido los servicios del loro. En esa forma, Vicenzenzo hubiera tenido tan poca necesidad de las 40 mil liras como el loro que ahora es propietario de ellas. Por otra parte, el agente de Detroit habría tenido una esposa competente a quién legar su patrimonio y ésta, a su vez, se habría ahorrado el desagradable sacrificio de identificarse legalmente como un objeto de contrato. En resumen, se llega a la conclusión de que en este enrevesado cuento sobra un personaje: Rino Vinceguerra, a quién a cambio de las 40 mil liras recibió los beneficios de la operación comercial. ¿Cómo podría desenredarse este trabalenguas de la vida real para que todo resulte tan bien como en el cine? Simplemente, logrando que se muera el policía para que el loro pase a ser propietario único de los 40 mil dólares. Hecho esto, que los tribunales de Nápoles concedan el divorcio a Vincenzenzo y lo envíen a la cárcel por haber prestado su esposa en alquiler. Inmediatamente se devuelven a Rino Vinceguerra sus 40 mil liras y Clara Maroni viaja de Nápoles a Detroit y se casa con el loro. Todo quedará entonces como debía ser y se arregla uno de los tantos desequilibrios que tiene este mundo desarreglado.


APELATIVOS
Dino Buzzati
Italia (1906-1972)

- ¡Angel de mi vida!
- ¡Duérmete, nene bonito!
- ¡Cállate, bochinchero!
- ¡A usted se lo digo, al bo­rrico del tercer banco!
- ¡Un cretino, eso es lo que eres!
- ¿Y estas son horas de volver a casa, tesoro?
- ¡No, por favor, suéltame, niño!
- ¡Arriba, despierta, haragán!
- ¿Qué está haciendo ahí, soldado?
- ¡Felicidades, doctor!
- ¿En qué piensas, chanchito mío?
- ¿Y hay esperanzas, señor abogado?
- ¡Basta, mi demonio!
- No se le habrá escapado, ilustre colega...
- ¡Un besito, ilustre señor!
- ¿Me rascas la espalda, papito?
- ¿Prefiere llegar a un acuer­do, caballero?
- ¡Por ahí, por favor, señor diputado!
- ¡Ahora tengo que dejarte, precioso mío!
- Si me permite, señor presi­dente...
- ¿Me lo regalas, abuelito?
- ¿Y qué tal andamos hoy, amigo mío?
- Quizá recuerde usted, maes­tro...
- ¿Y si se le aprieta ahí le duele, excelencia?
- ¡La paz sea contigo, herma­no en Cristo!
- ¡Cómo se ha ido, pobrecito!


NOCHE DE REYES
Enrique Santos Discépolo
Argentina (1901-1951)

- Decime, abuelita: ¿es cierto que a mí me trajo la cigüeña?
- Si querido -dice la abuelita-, te trajo una cigüeña muy blanca y muy linda. Te dejó sobre mis brazos y se alejó volando.
- A ti te trajeron desde París, precioso, dentro de un jazmín -le dice al segundo...
- ¿Y es cierto que a mí -dice el tercero- me trajeron de Holanda en un queso?
- Cierto es… mi nietito.
- ¿Pero vos están convencida de esto? ¿Vos lo creés, abuelita?
- ¡Y cómo no he de creerlo, hijo mío!
Entonces los tres chicos se apartan y en un rincón de la pieza, el mayor dice a los otros, señalándoles la abuela:
- ¿Qué hacemos?... ¿Se lo decimos?... o la dejamos que se muera así…


EL BUSTO
Jean Cocteau

Francia (1889-1963)

Debíamos imaginarlo, eso es todo. Resolver este problema exige algún conocimiento de las propiedades del mármol. He aquí el procedimiento del busto romano. Esperaba la noche cerrada. Entonces desplegando el lazo, cuya sinuosidad (sin olvidar las órbitas, los arcos ciliares, las fosas nasales, las orejas, los labios) componía sus innumerables perfiles, desplegando, repito, con método, más extensa que un río, más sólida que el acero, más flexible que la seda, esa cosa viviente, apta para cruzar una reja, para penetrar las murallas, para deslizarse bajo las puertas y por los agujeros de las cerraduras, atento (sin perder de vista su obra), atento en recordar los más ínfimos nudos que deshacía y que a la vuelta, bajo pena de muerte, tenía que rehacer exactamente, el busto inge­nioso y cruel, después de haber atravesado varios inmuebles nocturnos, estranguló al hombre dormido.



DEL "L'OSSERVATORE"
Juan José Arreola
México (1918-2001)

A principios de nuestra Era, las llaves de San Pedro se perdieron en los suburbios del Imperio Romano. Se suplica a la persona que las encuentre, tenga la bondad de devolveras inmediatamente al Papa reinante, ya que desde hace más de quince siglos las puertas del Reino de los Cielos no han podido ser forzadas con ganzúas.


PARA BAJAR A UN POZO DE ESTRELLAS
Marcial Souto
España (1947)

Elementos necesarios:
Un espejo; un sitio descubierto (puede ser una azotea); una noche oscura y estrellada.
Instrucciones:
1. Se toma el espejo y se sube a la azotea.
2. Se pone el espejo boca arriba.
3. Se tiende uno al lado del espejo.
4. Se acerca la cabeza al espejo, pero no demasiado: sólo lo suficiente para ver las estrellas allá al fondo.
5. Se mira con atención la más cercana, hasta poder calcular con exactitud a qué distancia está; luego se cierran los ojos.
6. Asiéndose con una mano del borde del pozo, se busca con el otro pie una nueva estrella, y se la pisa con firmeza.
7. Se busca con la mano libre otra estrella, y se la encierra con la palma.
8. Se suelta entonces la boca del pozo y se busca con la otra mano una estrella más. Al encontrarla y sujetarla, se mueve el pie que había pisado la primera. Así, descolgándose de estrella en estrella, se continúa hasta llegar al fondo del pozo.
9. Para salir del pozo se tapa el espejo con la mano y se abren los ojos.


ESTRATEGIA
Ambrose Bierce
Estados Unidos (1842-1914)

- ¿Por qué se ha detenido? -rugió en la batalla el comandante de una división, que había ordenado una carga-. ¡Avance en el acto, señor!
- Mi general -respondió el comandante sorprendido en falta-. Estoy seguro de que cualquier nueva muestra de valor por parte de mis tropas, las pondrá en contacto con el enemigo.


SOBRE LAS NUEVAS EPIDEMIAS
Marco Denevi
Argentina (1922-1998)

De golpe, nunca se sabe por qué, a través de una brecha de los tejidos, las células se precipitan como prisioneros a través de un túnel y del otro lado, verti­ginosamente, locamente, empiezan a multiplicarse por su cuenta. A menudo lo único que consiguen es crear una mole amorfa y maligna. Entonces el médico dice: cáncer. Pero los médicos ignoran que llaman cáncer al fracaso del cáncer. Porque el verdadero cáncer sobreviene cuando las células fugitivas, dividiéndose libremente entre sí, logran formar un nuevo individuo. Este nuevo individuo es idéntico a aquel del que proceden, el cual se achicharra como un papel al fuego y en un minuto se extingue, en tanto que el nuevo hombre o la nueva mujer, iguales, repito, al muerto (y por eso nadie se apercibe de la sustitución) son vigorosos, temerarios, socarrones, obstinados, turbulentos, fríos y crueles y sólo aman a los que provienen como ellos del delirio de las células. Eso sí, el amor de nada les sirve porque además son estériles.


ELECTORAL
Marcel Proust
Francia (1871-1922)

- ¡Ese pobre general! Otra vez lo han derrotado en las elecciones -dijo la princesa de Parma, por cambiar de conversación.
- ¡Oh!, eso no es grave. No es más que la septima vez -dijo el duque, que como había tenido que renunciar tambien a la política, se complacía bastante en los reveses electorales de los demás-. Se ha consolado queriendo hacerle otro chico a su mujer.
- ¡Como! Vuelve a estar encinta esa pobre señora Monserfeuil?
- ¡Pues claro! -respondió la duquesa-. Ese es el único distrito en el que no ha fracasado nunca el pobre general.


EL MOMENTO MAS GRAVE DE LA VIDA
César Vallejo

Perú (1892-1937)

Un hombre dijo:
- El momento más grave de mi vida estuvo en la batalla del Marne, cuando fui herido en el pecho.
Otro hombre dijo:
- El momento más grave de mi vida, ocurrió en un maremoto de Yokohama, del cual me salvé milagrosamente, refugiado bajo un alero de una tienda de lacas.
Y otro hombre dijo:
- El momento más grave de mi vida acontece cuando duermo de día.
Y otro dijo:
- El momento más grave de mi vida fue mi prisión en una cárcel del Perú.
Y otro dijo:
- El momento más grave de mi vida es haber sorprendido de perfil a mi padre.
Y el último hombre dijo:
- El momento más grave de mi vida no ha llegado todavía.