4 de febrero de 2009

Ry Cooder: "El blues habla de gente indefensa ante los poderosos cuya única esperanza es la solidaridad"

Ryland Peter Cooder (1947) nació en Los Angeles, California. Comenzó a dominar los rudimentos de la guitarra siendo un niño y en su adolescencia aprendió las técnicas de la música tradicional afroamericana de la mano del maestro del blues y del gospel Gary Davis (1896-1972). Desde los diecisiete años comenzó a tocar con músicos como Ed Cassidy, Paul Revere, Captain Beefheart, Taj Mahal, Randy Newman, Van Dyke Parks y Jackie DeShannon. Después de colaborar con los Rolling Stones en los discos "Let it bleed" y "Jamming with Edward", lanzó su álbum debut -"Ry Cooder"- que incluía material de los los legendarios Huddie Ledbetter (1885-1949), Blind Willie Johnson (1897-1945), Sleepy John Estes (1899-1977) y Woody Guthrie (1912-1967). A partir de allí, siempre con su magistral dominio de la técnica del "bottleneck", Cooder ha incursionado en todo tipo de géneros musicales, grabando discos solistas, trabajando como músico de estudio, componiendo la banda sonora de muchas películas y viajando por numerosos países en búsqueda de ritmos puros y melodías autóctonas. Entre sus discos figuran "Into the purple valley", "Paradise and lunch", "Jazz", "Borderline", "The slide area", "Paris, Texas", "Crossroads", "Get rhythm", "Trespass", "Buena Vista Social Club", "Chavez Ravine" y "I, flathead". En 2007, cuando lanzó "My name is Buddy" -en el que participan Mike y Pete Seeger, Van Dyke Parks, Paddy Moloney y Flaco Jiménez-, la escritora peruana radicada en España Fietta Jarque lo entrevistó para la edición del 12 de marzo de 2007 del diario madrileño "El País". En la charla, el notable musicólogo habla del disco que es a la vez una dura crítica a la política conservadora y un homenaje a las antiguas canciones del folk norteamericano. "My name is Buddy" se presentó en una edición de lujo con textos del propio Cooder sobre cada una de las canciones e ilustraciones originales del artista plástico Vincent Valdés. El nombre del disco alude a un gato callejero pelirrojo llamado Buddy, quien hace un recorrido nostálgico por los Estados Unidos de hace varias décadas, con sus sindicatos obreros, sus manifestaciones, su espíritu crítico y su convivencia comunitaria."My name is Buddy" combina textos y música, relatos y canciones. ¿Cómo decidió crear todo el conjunto?

Una vez que tuve las canciones y las grabé, se me ocurrió que la gente podría hacerse una idea más adecuada de lo que representaban si les añadía algo. En este tipo de música popular y populista se suele hablar de las dificultades de la vida de los pobres y los trabajadores, lo que pasa es que las canciones suelen ser más bien alegres. No quería que se quedaran sólo con eso, por ello imaginé una serie de escenas en forma de un cuento que permitiera al público visualizar la historia. Luego se añadieron los dibujos.

Los personajes principales son evidentemente de izquierdas. El gato Buddy Red Cat, Lefty Mouse y un sapo ciego, el reverendo Tom Toad, trasunto de un hombre pobre y negro. Son rebeldes, irónicos, tiernos y generosos. ¿Qué es lo que ha querido retratar?

En las canciones de la clase trabajadora, los blues y ese tipo de música, se habla siempre de gente indefensa ante los poderosos, su única esperanza es siempre la solidaridad. Como cita Lefty: "We are many, they are few" (Nosotros somos muchos, ellos unos pocos). Ese era el grito de los primeros socialistas. El tema central del disco es que la unidad da la fortaleza. Lefty, el ratón, es un ser frágil, es como uno de esos organizadores sindicales, pobres, perseguidos, encarcelados y hasta asesinados. Seres indefensos, en general, que sentían tener una misión y unas ideas que sostener. Podían hacer que sucedan cosas y, de hecho, lo hicieron. Los sindicatos trajeron el mundo moderno porque la solidaridad genera poder aunque, por supuesto, hay otros que quieren parar ese tipo de poder. En Estados Unidos lograron destruir los movimientos sindicales y deshacerse de quienes los apoyaban despidiéndolos y enviándolos a México o a China. Simplemente desenchufaron al trabajador y le quitaron todo el poder. Y eso es algo que el partido republicano se propuso hacer y nunca ha dejado de practicar.

La historia de aquellos años difíciles quizá tenga resonancias en el momento actual.

Las cosas no han cambiado mucho. Ahora tenemos los mismos problemas de antes, e incluso algunos peores. Todo cambia y todo sigue igual. El que hoy en día la gente tenga tarjetas de crédito no significa que estén mejor o que sean más ricos. Sólo están más endeudados.

En lo musical, éste no es un trabajo aislado. Parte de una vieja tradición de la música popular norteamericana, de canción protesta. En su primer álbum ya recurrió a estos autores. ¿Por qué los ha recuperado en este momento?

Cuando era muy joven me encantaban estas canciones, aunque en los setenta no estaban muy de moda. Las casas de discos me aconsejaban cambiar de registro. "Cómprate unos pantalones de cuero y venderás más discos", me decían. "Toca la guitarra y haz un poco de rock". No entendían nada. Pero yo me empeñé, lo hice y no funcionó muy bien. Ahora tengo sesenta años, hago lo que me apetece y nadie me pregunta por qué.

No es usted el único. Bruce Springsteen ha grabado un disco con temas de Pete Seeger. Usted ha trabajado con él y su hermano Mike en este disco. ¿Cómo fue la grabación?

Mike Seeger fue mi profesor de guitarra cuando yo estaba en el instituto. El tenía un grupo, los New Lost City Ramblers, y yo aprendí casi todo lo que sé de esos viejos discos de folk. Hoy se podría decir que Mike Seeger es el último maestro vivo de este tipo de música. Decidí juntar a los hermanos Seeger, fuimos a casa de Pete, en las afueras de Nueva York, y grabamos esa canción en la que hablo de J. Edgar Hoover "el cerdo" fundador del FBI e instigador de la persecución anticomunista y antisemita, que personalmente trató de destruir al propio Pete Seeger durante la caza de brujas. Como el cerdo de mi cuento, él devoró a mucha gente y causó mucho daño. De hecho, el hombre que me dio mi primera guitarra a los cuatro años, fue un violinista de la Orquesta Sinfónica de Los Angeles, víctima de la lista negra y que no podía trabajar más que en chapuzas. Sabemos bien de qué hablamos.

El primer dibujo del libreto del CD es del libro "El capital", de Karl Marx. ¿Sigue suelto el fantasma del anticomunismo?

El anticomunismo es absurdo. Pero todo el problema empieza con la enseñanza, en la escuela no te enseñan a pensar. La enseñanza pública en Estados Unidos ha creado una población dócil adecuada a sus planes. Lo que digo es que es necesario empezar a leer la verdad, a darte cuenta de lo que sucede en realidad. Al principio pensé que éste sería un buen libro infantil porque así los niños se preguntarían por qué arrestan a Buddy, qué es una huelga, cómo actúan los poderosos, etcétera. Lo malo es que sus padres tampoco tienen ni idea. Lo terrible es que no estamos preparados para actuar como ciudadanos.

¿Ha planteado este álbum como una llamada para que despierten quienes no se hayan dado cuenta de la situación?

Desde luego. Pero creo que ya es demasiado tarde, aunque Buddy al final diga que debe haber algún lugar luminoso. Quizá una sociedad totalmente distinta, un sistema económico diferente, algo mejor en algún lugar. Buddy es un optimista. Yo no lo soy. He visto cómo se derrumbaba toda la noción de la sociedad norteamericana que teníamos, la he visto convertirse en un gran centro comercial donde lo único que vale son las tarjetas de crédito.

Buddy dice al principio que cuando cantas adquieres fuerza y poder. Usted es músico y utiliza ese arma.

Pete Seeger solía decir que si reúnes a un grupo de personas de distinta procedencia, edad e ideas, y las haces cantar juntas, todas esas diferencias desaparecen de inmediato. Lo he visto hacerlo y es cierto. La música tiene ese poder. J. Edgar Hoover lo sabía y por eso persiguió a los músicos. Es la razón por la que Joe Hill fue ejecutado en 1915. Uno puede pensar que la música es sólo entretenimiento, pero gente como Joe Hill, Pete Seeger y muchos otros la ven como un arma de lucha para la paz.

Hay mucha gente, y entre ellos muchos artistas, que están reaccionando. En el cine, la música, la literatura. Hay un movimiento de intelectuales que se está manifestando.

Los payasos de Washington han logrado que empecemos a organizarnos. Ha empezado a organizarse cierto activismo, se hacen manifestaciones, hay sitios de Internet donde se difunden protestas, se escriben cartas abiertas. Pete Seeger me comentaba que nunca antes en su vida había visto tantos cerebros de la época comprometidos con los problemas del mundo como ahora.

No hace mucho entró el FBI a casa de una niña que había puesto en Internet un inocente montaje de Bush con un hacha. Con las cosas que usted dice, ¿no ha tenido problemas en su país?

No tenemos censura, de momento. Los republicanos van con la Constitución en la mano aunque no les guste, porque saben que ese documento es la base de nuestra sociedad. Yo, o cualquiera, todavía puedo participar en una manifestación, cantar una canción, escribir una carta, pero no me sorprendería que volvamos pronto a una época como la del macarthysmo y la caza de brujas. El futuro no pinta bien.

Usted forma parte de ellos y además ayuda a otros. Acaba de producir un disco, "We'll never turn back", de Mavis Staples, con canciones del movimiento de los derechos civiles.

Sí, es un gran disco.

En este álbum recobra el espíritu de las viejas canciones del folk. Las más comprometidas socialmente. ¿Qué artista prefiere en ese campo?

Las antiguas melodías y ritmos de la música vernácula norteamericana me han ayudado a contar las historias de hoy. Es tiempo de formar parte de algo. Me gusta esa música antigua, pero no voy a cantar una y otra vez esas canciones. Ahora tenemos cosas nuevas que decir, aunque el estilo es más o menos el mismo.