6 de diciembre de 2008

Entremeses literarios (XXII)

EL DRAMA DEL DESENCANTADO
Gabriel García Márquez

Colombia (1928)

...el drama del desencantado que se arrojó a la calle desde el décimo piso, y a medida que caía iba viendo a través de las ventanas la intimidad de sus vecinos, las pequeñas tragedias domésticas, los amores furtivos, los breves instantes de felicidad, cuyas noticias no habían llegado nunca hasta la escalera común, de modo que en el instante de reventarse contra el pavimento de la calle había cambiado por completo se concepción del mundo, y había llegado a la conclusión de que aquella vida que abandonaba para siempre por la puerta falsa valía la pena de ser vivida.


PADRE NUESTRO QUE ESTAS EN EL CIELO
José Leandro Urbina

Chile (1948)

Mientras el sargento interrogaba a su madre y su hermana, el capitán se llevó al niño, de una mano, a la otra pieza...
- ¿Dónde está tu padre? -preguntó.
- Está en el cielo -susurró él.
- ¿Cómo? ¿Ha muerto? -preguntó asombrado el capitán.
- No -dijo el niño-. Todas las noches baja del cielo a comer con nosotros.
El capitán alzó la vista y descubrió la puertecilla que daba al entretecho.


INEPTITUD
Carlos Castillo Quintero

Colombia (1966)

Se sabía amada a plenitud. Su hombre la había colmado de obsequios y halagos dignos de una diosa y era así como se sentía en el momento de hacer su petición:
- Quiero que me des la vida -le dijo sin siquiera mirarlo a los ojos.
- Mi vida la tendrás por siempre -le respondió el enamorado.
- Quiero que me ofrendes tu vida -volvió a decir la mujer.
- Mi vida está a tus pies... -pero no pudo continuar, pues ella con disgusto le explicó que deseaba que se matara en su presencia.
- Si de verdad me amas, harás eso por mí -y al pronunciar estas palabras ya estaba cercana al llanto.
El se quedó en silencio. La miró y comprobó que era la mujer más hermosa que jamás sus ojos hubiesen contemplado. Su corazón se quebrantó pues aquello que pedía él no podía dárselo. Apenado, dio media vuelta y con paso taciturno penetró en las calles llenas de sombra en donde tomó su forma de vampiro y se dirigió a su castillo, que en lo alto de la montaña le aguardaba más desolado y frío que nunca.



ESTE TIPO ES UNA MINA
Luisa Valenzuela

Argentina (1938)

No sabemos si fue a causa de su corazón de oro, de su salud de hierro, de su temple de acero o de sus cabellos de plata. El hecho es que finalmente lo expropió el gobierno y lo está explotando. Como a todos nosotros.


MUCHAS VECES BELEN
Ernesto Mallo

Argentina (1948)

Bárbara. Muchas veces Belén. En ocasiones Déborah. Muy pocas veces Mabel. Nunca Beatriz. Está buena. No se disfraza de puta. Vestido floreado, modesto pero insinuante. Perfecto para el numerito que tiene montado para aquellos a quienes corroe una vida cómoda pagada con la humillación. Los clientes de Mabel andan por los cuarenta, a esa edad se dan cuenta de que sus sueños de juventud no se cumplirán y que esos que se cumplieron no valen nada. Joven, profesional, insatisfecho, vertiginoso. Beatriz les dice que el desempleo la llevó a hacer la calle y que ésta es su primera vez. Cuando el punto pica, asegura la presa fingiendo arrepentimiento y retirada. Nunca falla. Son tan fáciles. Pobrecitos, creen que es casi virgen. Muchas veces Belén sueña conque uno de sus clientes la saque de la calle, la convierta en la señora que vive en un barrio cerrado y estudia cerámica. Para ella eso es como irse al cielo sin dejar la tierra. Apuesto que lo consigue.


LA MUERTE DEL PERRITO
Santiago Dabove

Argentina (1889-1952)

Distraídos conversábamos cuando nuestra hermana puso sobre la mesa de té, la cabeza de nuestro perrito. Creyendo soñar, vi esa cabeza raída y cercenada en el comienzo del cuello, rota, sin sangre, secos por completo los bordes de la separación. Me pareció que me miraba con ojos tristes. Preguntamos a mi hermanita qué había pasado. Ella dijo que encontró el cuerpo junto a la verja de hierro de filosas aristas y la cabeza a alguna distancia de la acera... El pobre perrito, sin duda, había sacado la cabeza para mirar el codiciado mundo externo y alguien subió con su vehículo y lo decapitó. Corrí hasta la verja, levanté el cuerpo, lo llevé hasta la mesa de té y para evitar a mi alma la visión sangrienta de las cavidades donde están los hilos que movían un ser tan afectuoso, junté la cabeza con el cuerpo, dando a esta varias vueltas, como si la tornillase. Luego le puse tafetán engomado, unos cartones como sostén y até un pañuelo encima. En mi anhelo de ver su vida, lo empujé. Dio con todo el costado en el suelo. Después inició un movimiento renqueando y dando tumbos y en cierto momento en que cayó en uno de los pequeños estanques del jardín se dejó estar con riesgo de ahogarse. Lo saqué y continuó su vida confusa, andando en círculo, sin sacudirse el agua. Al fin caminó arrastrándose y, antes de detenerse para siempre, me lamió la mano. Mi hermano y algunos chicos lloraban.


CORTISIMO SUCESO
Armando Arteaga

Perú (1952)

Una mujer vestida de negro entra a una farmacia y le exige al farmacéutico:
- Por favor, quiero comprar arsénico.
El arsénico es tóxico y letal. El farmacéutico quiere saber más cosas antes de proporcionarle la sustancia.
- ¿Y para qué quiere la señora comprar arsénico?
- Para matar a mi marido.
- ¡Ah, caramba! Lamentablemente para ese fin no puedo vendérselo.

La mujer sin decir palabra abre la cartera y saca una fotografía de su marido abrazado desnudo en una cama con la mujer del farmacéutico.
- ¡Mil disculpas! -dice el farmacéutico-. ¡Atender por favor a la señora! No sabía que usted tenía receta.



LA CULTA DAMA
José de la Colina
España (1934)

Le pregunté a la culta dama si conocía el cuento de Augusto Monterroso titulado "El dinosaurio".
- Ah, es una delicia -me respondió-. Ya estoy leyéndolo.


EL CENSOR
Mempo Giardinelli

Argentina (1947)

Sueño que recibo filmes de todo el mundo, también guiones y latas, discos compactos casetes y devedés de primeras producciones. Me corresponde mirar y juzgar todo. Sentado ante una moviola, clasifico, recorto, edito y archivo. No dejo pasar nada, soy implacable y mi labor me apasiona. Gozo del poder de decidir lo que sí y lo que no. No me importa lo que se vea, después, ni lo que piensen. El poder no necesita ni siquiera cuestionadores. El goce es íntimo y total. Ni ideológico ni estético. Tampoco siento culpa ni remordimientos; tijera en mano soy un perfecto cretino. Mi única emoción está en el goce del poder absoluto. Despierto con la boca reseca. Me he quedado dormido con la tele encendida. Entiendo todo.


CUENTO POR ENCARGO
Marcelo Damiani

Argentina (1969)

El barco pirata estacionó frente a mi casa. Los marineros engancharon el ancla en el árbol del vecino y se apostaron a lo largo de la calle mirando hacia adelante con cara de desalmados. Al rato bajó el capitán y golpeó mi puerta; le abrí, él entró sin ningún tipo de preámbulos y se acomodó en el bar destrozado que me quedó de un fallido cuento de vaqueros.
- Usted es escritor, ¿no? -me interpeló en un idioma desconocido; por suerte los dos manejábamos el mismo código literario.

- Sí; así es -respondí.
- Bien -dijo-, necesitamos alguien con mucha imaginación.
- Los críticos dicen que yo no tengo ni una pizca -señalé.
- Bien, murmuró pensativo, ése es un buen signo.
Hizo una pausa; tomó un vaso de whisky que había por ahí, y me miró.
- Mi tripulación y yo tenemos un problema. No encontramos una buena aventura desde hace años. Nadie nos quiere dar lugar en sus historias; dicen que ya no servimos para nada porque estamos pasados de moda... Así que decidimos tener nuestro propio escritor.
Lo único que faltaba, pensé: Piratas con problemas existenciales.
- Mire -le dije-, los relatos de aventura no son mi especialidad.
- Eso no nos importa -masculló-, pónganos en el género que quiera.
Se puso de pie bruscamente, se dirigió a la puerta y agregó:
- Le damos una semana. Y no intente traicionarnos. Los dos escritores que lo intentaron ya no pueden escribir más-. Y se fue.
Entonces, por las dudas, empecé a escribir este cuento.